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viernes, 17 de diciembre de 2010

Las cosas, por su carril. (En Hoy por Hoy León, 17 de diciembre de 2010)

Me gustaría pensar que las cosas van por su carril, pero me cuesta. Me gustaría creer que las sombras que nos acechan desde la entrada del año once son sólo un fantasma de las navidades presentes, que el optimismo de lo festivo acaba recorriendo nuestras casas, inundando los pueblos, tomando las ciudades. Es casi un deseo pueril en estas entrañables fechas que se nos caen encima. Lo hablaba este miércoles con Muñiz, que es un teórico de la Navidad. Me decía que esto de que exista una obligación de divertirse con cita previa es una perversión que va en contra de la libertad de los seres humanos y que él prefiere recogerse a disfrutar de sus colecciones de grabados o a leer un buen libro en estos días bulliciosos en los que todo el mundo se echa al monte de la diversión. Y yo no dije mucho más, no fuera que el espíritu de Dickens se me presentara en versión Walt Disney 3D y me diera un susto.

Y no se ve que las cosas vayan por su carril ni tan siquiera en esto del espíritu navideño. Lo digo, por ejemplo, por el hecho de que se haya tardado tanto en encender las luces, siendo consciente, como soy, de que el espíritu navideño es por encima de todas las cosas, algo muy caro. Entiendo que el ayuntamiento limite el gasto encendiendo lo más tarde posible, porque es muy costoso mantener encendidas tanto tiempo tantas bombillitas, aunque sean LEDs de bajo consumo. Lo entiendo, pero querido Muñiz, esta cosa tan hortera del espumillón y de las luces de colores, es un empujón de optimismo, un brillo extra en estos días negros como el carbón que nos rodean.


Veo, no obstante, que, cuando te das un paseo por las zonas comerciales, no hay muchas bolsas colgando de las manos de los que vamos paseando. Las tiendas están medio vacías y se nota en las caras de los dependientes que las cosas no van por su carril, o por lo menos no van por el carril que ellos desearían. Será que León es una ciudad de funcionarios y el funcionariado tiene muy claro que este diciembre la paga extra no va a ser precisamente extraordinaria. Aunque en propiedad sí, porque será extraordinariamente pequeña y eso se notará en el espíritu consumidor de las navidades presentes. Solo los niños tienen asegurada la fiesta, porque hacen como hacía mi hija pequeña, que los juguetes caros no los pedía para su cumpleaños, porque prefería que se los trajesen Papa Noël o los Reyes Magos: así nos salían gratis. Por eso en las tiendas de juguetes sí hay mucho movimiento en estos días. Será lo único que finalmente vaya por su sitio, que para eso está la magia del espíritu de la navidad de todos los tiempos dibujada en la sonrisa ilusionada de los niños.

Únicamente decir que, una prueba más de que las cosas no marchan por su sitio es observar el tráfico de vehículos que circula por el fenomenal carril bici de la zona de la Ciudad Universitaria. Si se apostan a contabilizar bicicletas, verán que es mayor el número de ciclistas que circulan por la calzada normal (y en ocasiones por los pasos de cebra y por las aceras) y que en realidad la gran utilidad de esta magna obra, todavía sin terminar, consiste en favorecer ocasionalmente el tránsito de carritos de la compra que vuelven de los supermercados y, de modo principal, la circulación de trolleys del alumnado universitario que disfruta así de la placentera sensación de llevar sus ordenadores o sus libros o simplemente la ropa para lavar en casa el fin de semana sin el permanente sobresalto de las ruedas de la maleta botando por las aceras. 

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