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domingo, 6 de febrero de 2011

Disantos. (En Hoy por Hoy León, 4 de febrero de 2011)

Atrás quedan los disantos de febrero, Santa Brígida el primero, el segundo candelero y el tercero gargantero y hasta que llegue el antiguo San Matías, con marzo a cinco días, nos queda un mes sin una fiesta, si no es esa de San Valentín que han puesto en medio los centros comerciales. Un San Valentín que este año cae en lunes, con lo que la hostelería tendrá una razón más para quejarse, añadida al efecto nocivo que sobre sus cajas ha producido la nueva ley antitabaco. Puede que no todo sea por las nuevas costumbres. Puede que en esa caída indudable de los ingresos que el sector de la hostelería ha experimentado este comienzo de año también influyan factores como la subida de la luz, de la gasolina, del gas. Quizá también tenga algo que ver la frialdad de los números que hemos conocido esta semana, revelándonos una situación que ya adivinábamos, pero que, puesta negro sobre blanco en los documentos oficiales de las Oficinas de Empleo, pone los pelos de punta. Cuarenta mil parados en la provincia de León es una cifra sobrecogedora.
Quizá no nos demos cuenta de que esta situación nos afecta a todos. Quizá pensemos que no tiene nada que ver con nosotros, porque nosotros ahora tenemos trabajo. Quizá no hayamos visto que en nuestro entorno más cercano todos conocemos a alguien que sufre esta situación. Podríamos seguir con los refranes y recordar cualquiera de los muchos que nos avisan del peligro cuando vemos que a nuestros vecinos les va mal, pero no quería seguir ese camino, sino detenerme simplemente en esos pequeños dramas cotidianos que están aconteciendo en tantas casas cercanas a la nuestra o incluso en nuestra propia casa. Decir que el fracaso en las políticas de empleo es inevitable en épocas de crisis es decir muy poco. Decir que no podemos hacer gran cosa es resignarse, claudicar ante una realidad asumida como inamovible, cuando sabemos que la realidad social la construimos entre todos y entre todos podemos cambiar lo que nos parece injusto.
Imagino que no es momento para discursos, que a nadie le apetece, con lo que está cayendo, oír hablar de lo que es y de lo que debería ser. Mejor quedarnos en agrias polémicas de dimes y diretes, insultos y acusaciones que van y vienen por los pasillos del Palacio de los Guzmanes. Atrás queda la Candelaria, al final de mes San Matías, aunque hace ya muchos años que se celebra el 14 de mayo. Había mucha luz en las farolas de los Jardines del Cid a eso de las ocho y cuarto de la mañana. Será para iluminar la entrada de los trabajadores de la Diputación, en contraste con los callejones que suben hacia el Barrio Romántico, que estaban oscuros como boca de lobo, esperando que el amanecer fuese historia y el sol los iluminase con algún rayo, que pudiera ir vestido de esperanza.

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