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martes, 7 de junio de 2011

Globos anunciando colchones. (En Hoy por Hoy León, 3 de junio de 2011)

Lo vimos el lunes. Ya sé que no puedo hacer un comentario el viernes sobre una noticia del lunes, porque lo que es actualidad hace un minuto, se convierte en historia en el siguiente. De todos modos lo cuento: una tienda de colchones de la calle Padre Isla lanzó una campaña de publicidad muy imaginativa. Al menos por la zona de Lope de Vega, Latorre y Julio del Campo hasta la Inmaculada, que fue donde yo los vi, la calle estaba sembrada de globos de colores con la publicidad de la tienda, atados con un hilo a la manilla de los coches, dibujando de colores una calle que, a esas horas, empezaba a desperezarse. Imagino las caras de sorpresa de los conductores al encontrarse con el regalo inesperado y recuerdo las conversaciones del café de media mañana que se referían al asunto de los globos como algo divertido, un soplo de aire fresco en medio de estos días crispados de crisis y elecciones. El color y las formas curvas dibujando sonrisas en los madrugadores. Necesitamos de este impulso de imaginación y franqueza, tenemos que centrarnos un poco más en las pequeñas cosas del día a día, disfrutar de lo que está en nuestra mano y modificar, sin grandes pretensiones, lo que tengamos a nuestro alcance para poder vivir todos un poco mejor. Creo que esto que digo conecta con el impulso del movimiento de los jóvenes y no tan jóvenes que canaliza su indignación hacia las plazas de media España: hacer algo es posible, modificar las cosas está en nuestra mano. Es mejor iniciar la semana un lunes atravesando una calle decorada de globos de colores, que arrancar el día pensando en el globo que nos vamos a coger en cuanto abramos la trapa de la tienda, encendamos el ordenador en la oficina o empecemos el reparto diario de las barras de pan.

El optimismo me duró lo que tarda en pincharse un globo, también es verdad, que todavía no había terminado de cruzar la calle Roma cuando ya el impulso de los globos se había ido a dormir a uno de esos “equipos de descanso” que llaman ahora. Habría que pedir a algún talento matemático que nos hiciese un cálculo de la cantidad de impulsos optimistas que hacen falta para vencer la resistencia que nuestro modo de vida ofrece a la felicidad. Yo, como tengo una formación menos calculadora, me quedo pensando en cuáles serán las razones por las que unimos los conceptos globo, colchón y felicidad. Si nos vamos a la política, la felicidad está en el colchón de votos que permite formar amplias mayorías, cosa que ocurre en muchos ayuntamientos. Cierto que, en esos otros en los que la cosa no está nada clara, la necesidad de pactos nos llevará en los próximos días a descubrir extraños compañeros de cama. Harán falta talentos matemáticos para cuadrar las cuentas de los pactos de silencio o de gobierno que permitan la elección de alcaldes en los municipios con mucha dispersión de voto, alcaldías que no cuentan con una bisagra clara y demás situaciones de difícil gobierno. Precisamente mañana, en León y en Ponferrada, se celebran pruebas para descubrir posibles talentos matemáticos. En León se presentan 135 chavales que vienen hasta de Benavente y Zamora. De entre ellos, se elegirán 11 ó 12 niños que podrán incorporarse a un programa de dos años asistido por profesores de matemáticas que voluntariamente trabajarán para el desarrollo del talento matemático. Me decía uno de ellos que se trata de resolver problemas, no de hacer ejercicios, remarcando bien la diferencia. Hacer ejercicios es una cuestión de entrenamiento; para resolver problemas, es necesaria gente con imaginación. Me pregunto si los pactos en los ayuntamientos se estarán planteando como ejercicio o como problema y me pregunto, en general, si la gestión de lo público se está haciendo con verdadero talento o con simple músculo logrado a fuerza de despacho.

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