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lunes, 10 de octubre de 2011

Espacios Vacíos. (En Hoy por Hoy León, 7 de octubre de 2011)

 Es como cuando en el teatro se apaga la última candileja y ya sólo queda encendida la bombilla que señala la puerta por la que salen los maquinistas. La magia del escenario se deshace con un fundido en negro y el brillo del espectáculo se aplaza hasta la próxima función. Algo así ha sucedido en la ciudad al apagarse los focos de la fiesta. De un día para otro, todo lo que era bullicio y gozo ha desaparecido. La carroza ha vuelto a su ser calabaza, dejándonos un jueves de atascos, rutinas y hasta mal humor. Ayer bien temprano, los trabajadores de la empresa que se ocupa de la limpieza terminaban sus tareas, dejando las calles del centro como cualquier otro jueves del año, eliminando pulcramente cualquier vestigio de la celebración. Tenía la impresión de atravesar un desierto, al pasar por las calles que horas antes habían estado repletas de gente en un día de San Froilán encendido de sol y temperaturas veraniegas. Pensé en el centro como un espacio vacío, un gran escenario desnudo. Y ahí fue cuando me dio por pensar en la gran cantidad de espacios vacíos que hay en la ciudad y no hablo ya de los pisos o chalets que se han quedado sin vender o a medio construir. Hablo por ejemplo del edificio de Eras que ahora se intenta rentabilizar albergando a empresas privadas, o los bajos del Reino de León, o el campo de fútbol mismo, que le cuesta al Ayuntamiento un buen dinero para que pueda jugar en él un equipo de tercera que sólo arrastra consigo a un puñado de seguidores. ¿Y qué me dicen de la CIA de Armunia? Un edificio que se inauguró hace poco con aires de grandeza, anunciando, bajo tan sonoro nombre – ese nombre de sabor a espía y a sofisticación – que sería sede de al menos cinco organismos oficiales. Ya no queda nada allí del proyecto inicial, apenas hay ahora un edificio vacío que alberga, según tengo entendido, a la Asociación de Autismo de León, la Asociación Belenista y al Club de Fútbol de Antibióticos y me imagino que habrá más asociaciones o entidades que aprovecharán el edificio para darle un buen uso, pero ¿qué queda de aquello que se nos presentó en un folleto con el eslogan “nos acercamos a tí”? La CIA ha dejado de ser lo que era y ya parece más la TIA de Mortadelo.

Espacios vacíos nos rodean por todas partes. Señalo como muestra la Biblioteca de la Casa de Cultura de Armunia que lleva cerrada dos años y ha dejado de prestar el servicio que hacía especialmente a personas que querían participar en las actividades de la Casa de Cultura y que necesitaban que sus hijos estuviesen cuidados ese rato en el que ellos hacían un curso de pintura, preparaban una obra de teatro o aprendían yoga en el gimnasio.

Pero hablábamos del día ese de después de la fiestas como un día difícil de encarar. De hecho así fue, que ayer tuve contratiempos de todas clases y colores y muchas de las personas con las que hablé me decían que se sentían raras, a disgusto, de mal humor. Unos lo achacaban a la falta de lluvia, que electrifica el ambiente, otros decían que es la resaca de las fiestas. El hecho es que la mayoría se quejaba o mostraba su malestar o reconocía que las cosas no le habían salido bien. Ese día de ayer, todo parecía empedrado de pequeños tropiezos. Les cuento que hubo a quien se le cayó un tornillo de los implantes dentales. Antiguamente la gente perdía los tornillos de la cabeza, pero ahora se nos caen de la boca. Se ve que hablamos más que pensamos.

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