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viernes, 23 de diciembre de 2011

Arroparse el frío. (En Hoy por Hoy León, 23 de diciembre de 2011)

Aquello de vuelve a casa, vuelve por Navidad es un tópico entrañable, como todos los que tienen que ver con estas fiestas. Un amigo que se ha venido de Barcelona y ha vuelto a casa como los turrones, me decía ayer que le encantan los días fríos de León, que los echaba de menos en su bienestar catalán. Me decía que, desde luego en el verano, echaba de menos esa sensación tan agradable de tener que dormir con algo por encima, pero que sobre todo le gustan estos días de frío y niebla del invierno. Lo decía con nostalgia, mientras caminábamos por la Plaza de San Marcelo arropados de niebla, enganchados al frío. No era muy tarde todavía y se veían llegar grupos de personas dispuestos a celebrar la tópica cena de Navidad. Caminaban a prisa, envueltos en confortables abrigos, escondidos bajo bufandas y gorros, como queriendo engañar el desmelene posterior en algún garito del Húmedo. Ya no sé si hicimos algún comentario, pero estuvimos un rato por la Plaza, viéndolos llegar, asomándonos al Belén, contemplando a los corderos que se echaban junto a las ovejas, puede que buscando su calor, puede que simplemente un sorbo más de leche.

Caminar entre el frío, dejarse llevar por la niebla, abandonarse a las piedras de la Calle Ancha en esa subida hacia la Catedral que no cuesta subir. Todo eso era nostalgia del confort del hogar en la memoria de mi amigo, un amigo que se viene porque está enfermo y, aunque se está recuperando, necesita el empujón emocional de los suyos, la fuerza de la abuela, la solidez de los padres, la solidaridad de los hermanos, la complicidad de los amigos. Necesita eso más que todas las cosas para curarse y vuelve, por eso vuelve, y se pierde como un vagabundo en la niebla, aunque deje en Barcelona tantas cosas que le ha ido poniendo la vida por delante.

Se habló de la escasa posibilidad de lanzamiento de nuevas ideas entre las empresas leonesas, porque él, en la mochila de su estancia fuera del ombligo leonés del Reino, había puesto ideas innovadoras. Traía empuje, a pesar de su enfermedad, para ir contándoles a las pymes leonesas la importancia de hacer una filosofía de marca, que eso no es algo sólo del interés de grandes corporaciones, sino que es algo que debe hacer todo aquel que quiera vender un producto y consolidar su imagen. Me encanta hablar con personas que siempre miran al futuro con esperanza, pero yo le dije que no veía muy claro que, con los tiempos que corren, su idea pudiera tener éxito en lo que queda del empresariado leonés. Me encantaría equivocarme y lo pondré en la urna de los deseos para mañana por la noche, porque aunque hay opiniones al respecto, hay noches que son mágicas sólo por la voluntad que ponemos tantos hombres en hacer que así sean. Ese es el click que lleva al éxito a las empresas, la capacidad para poner a funcionar en una dirección la voluntad de muchos.

Tenía apuntado criticar hoy a quienes robaron al niño en el Belén del Ayuntamiento, a quienes mutilaron la mano de San José, pero me gusta más esta estampa navideña de mi amigo subiendo por la calle Ancha entre la niebla, recuperando las viejas sensaciones de estar en casa e inventando modos de poner en marcha sus ideas. Que tengamos todos una entrañablemente feliz Navidad.

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