Menos mal que mañana juega la roja. Y más
vale que le ganemos a Francia, porque si pierden (siempre ganamos todos y
pierden ellos solos), hasta que empiecen las Olimpiadas, vamos a tener más de
un mes hueco de audiencias masivas en televisión y habrá que llenar los
informativos con noticias de lo que realmente pasa. No digo que ahora no se
haga, solo que el Europeo ocupa un espacio enorme que, si mañana pierde España,
será bien difícil de llenar.
Es verdad que en lo que nos afecta cada
día, no vamos a encontrar grandes diferencias pase lo que pase mañana. Los
informativos que se ocupan de lo más cercano seguirán hablando del carbón, del
ERE de antibióticos, de la falta de liderazgo en el PSOE leonés a pesar del
último Congreso, del desfile de senadores populares haciendo la yenka a la hora
de votar y aún el día después, con un despliegue de actividad mediadora que
sorprende, ya que no habíamos tenido noticias anteriores de semejante toma de
posición. Vemos mineros en cada rincón, en cada sillón, en cada poltrona.
Alcaldes mineros, mineros de salón, mineros de tertulia, mineros de mono azul
reluciente en manifestaciones repletas de niños, políticos, empresarios,
sindicalistas, ciudadanos de todo tipo y condición.
Se hablará este verano de recortes. De
severos recortes en la administración de la educación y severísimos
requeterecortes en la educación misma. Veremos llegar el aumento del IVA (ese
impuesto que dicen progresista y que a mí me espanta, porque no encuentro mayor
injusticia que los impuestos indirectos). Será el verano un buen momento para la
aparición de los copagos. Quizá nos llegue a tiempo la oportunidad de pagar más
peajes de los que ya pagamos. Se nos recortarán los sueldos, pero, si mañana
gana España su partido, nos iremos a ver los fuegos de San Juan pensando que no
nos pasa nada, que todo es perfecto, que después se podrá ganar a Portugal y luego
a Alemania o a quien se ponga por delante y pondremos más banderas asomándose a
las ventanas, convertiremos nuestros coches en pseudocoches oficiales, con esas
banderitas que decoran las antenas. España saca pecho en sus banderas.
A esa hora del fútbol, todavía estarán de
fiesta en Carrasconte, en eso que el amigo Manel ha puesto en pie con toda la
magia que se le escapa por la manga, esa sonrisa permanente, más allá del
chiste, en la desoladora soledad del descubrimiento de su enfermedad. Lo
explico. Manel tiene Parkinson desde muy joven y estuvo desorientado, hasta que
supo encontrarse con la gente de la Asociación y emprendió un camino más fácil
de andar, al andarlo con otros. Ahora se le ha metido en la cabeza poner en
marcha un centro en el que se pueda atender a los enfermos de Parkinson que
viven en Babia y en Laciana y, para recaudar fondos, se ha inventado esta fiesta
de mañana, este encuentro de música tradicional con el Parkinson en Babia y
Laciana. Seguro que el encuentro es un éxito. Si además gana España, será la
bomba. Lo que más gracia me hace es que haya escogido Carrasconte para celebrar
el evento, precisamente porque está a la vez en Babia y en Laciana, o quizá no
esté ni en Babia ni en Laciana, como yo este verano, que desaparezco en una
bandera de España, haciendo como el avestruz, para no ver todo lo que pasa.
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