Aquel famoso lapsus de una Miss España nos puso a todos “en el
candelabro” para referirnos a esas situaciones en las que alguien se ve
expuesto a la mirada de los demás, al juicio de los otros, por la extremada
publicidad de un suceso o noticia. Ya es tan coloquial la expresión que, para
algunos, queda muy lejana la expresión “estar en el candelero”, que es la que
dio origen al error. Sofía Mazagatos se sentía tan agobiada por estar siempre
en el candelero que subió de categoría al artilugio y lo convirtió en
candelabro.
En esta semana, de los sucesos o noticias que han estado en el
candelero, hay muchos que me resultan inquietantes, sin necesidad de hablar de
Siria, de Mali, de Argel o de los vaivenes de la política nacional al hilo de
los ecos de la corrupción. Me inquietan los movimientos que se advierten en el
terreno barrenado de la minería, la caída en picado del número de autónomos,
los kilómetros de ida y vuelta que no parecen quitar el sueño a nadie, pero que
llenan páginas y páginas de información. Me duelo del accidente de tráfico que
se ha llevado este martes la vida de dos jóvenes que volvían a su casa en la
confianza de estar viviendo un martes cualquiera, sin saber que era un martes
de dolor, un inusual martes tocado de espanto.
Ha sido esta la semana del Decreto de Ordenación de las enseñanzas
de Grado y Máster en el ámbito de Castilla y León, por su presentación a los Rectores,
algo que, ante la crisis, ha vuelto a poner en el candelero, que no en el
candelabro, la necesaria reordenación del modo en que se organiza la enseñanza
universitaria en nuestra Comunidad. Y ha hablado el Consejero, esta vez sí, de
“enseñanzas candelabro”, de fusión de titulaciones y de dobles titulaciones,
con la idea de que los recursos que existen se aprovechen al máximo. Así dicho,
suena bien y no se entiende por qué no se ha hecho antes, por qué ese
despliegue de hiperespecialización. Dice el Rector Hermida que le parece bien
la medida, que “trata de poner orden en una cosa que realmente se ha ido de las
manos” . Ya lo escribió Ockham en el siglo XIV,
no se debe postular la pluralidad sin necesidad o en su forma más conocida: no
es necesario multiplicar los entes sin necesidad. Y la Universidad en Castilla
y León ha sido un continuo multiplicar de entes. En realidad, la universidad
española ha sufrido un proceso de multiplicación casi equiparable al modo en el
que se han reproducido los aeropuertos. Ahora nos encontramos con aeropuertos
en los que no vuelan ni las moscas y grados en los que no se matriculan alumnos
suficientes, pero, como es natural, nadie quiere cerrar su aeropuerto o que se
elimine su escuela y tenemos que encontrar soluciones tipo candelabro. Como el
propio Hermida ha declarado, “si tenemos un poco de imaginación, podemos sacar
cosas positivas”. Es un viejo eslogan, la imaginación al poder. Habrá que meter
la navaja de Ockham en la Universidad como en tantas cosas, pero que se haga
pensando en los próximos veinte o treinta años, no para resolver el problema
inmediato del presupuesto de este curso que no nos llega para pagar los
membretes de los folios.
¿Se
acuerdan del Cluedo? ¡Que no tengamos que decir que la Junta se cargó la
Escuela de Minas en el marco de la crisis con el candelabro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario