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sábado, 23 de febrero de 2013

Nosotros como en Nueva York. (En Hoy por Hoy León, 22 de febrero de 2013)


Nosotros, como en Nueva York, que para eso somos viajados, no se vaya a pensar el Ministro Montoro que él es el único que ha visto mundo. En todas las informaciones que he leído se habla de Sevilla o de Córdoba y no de otras ciudadades en el mundo que también ofrecen un paseo en calesa entre sus atractivos turísticos, por ejemplo Nueva York. Ya puestos a hacer algo por la sencilla razón de que otros lo hacen, fijémonos en los más grandes. Una pena que se nos quede pobre ofrecer un paseo en barco por el río o un vuelo en helicóptero entre los rascacielos.

Sé que el asunto de la calesa no tiene mucho recorrido. Se trata de algo pintoresco que tendrá su momento de gloria, dado que el empresario que va a poner en marcha la iniciativa vivirá su fama particular en un popular concurso de televisión y no será ya la calesa turística de León, sino que, de algún modo, será también la televisiva calesa de Mirantes. Todo es publicidad. Todo suma. Lo que importa es que no se llene todo de defecaciones y que el braguero que han pensado al efecto funcione correctamente, porque era lo que nos faltaba, tener un caballo dando vueltas por la calle Ancha dejándolo todo perdido. Quiero decir que espero que el novedoso servicio se realice de la forma más higiénica posible, que los caballos ya se sabe, aquí, en Brujas y en Nueva York no pueden evitar hacer lo que hacen.

Mejor sería generar un producto turístico más allá de la Semana Santa, el Barrio Húmedo o los atractivos que llevamos vendiendo toda la vida. En el argot se hablaba de “enseñar piedras” como uno de los modos de promoción turística menos elaborados de la industria. Bueno, ahora ya podemos “enseñar piedras” desde la calesa. No está mal. Es un avance. Siempre he creído que León tiene unas posibilidades enormes como destino turístico. Lo digo sin la pasión de ser leonés, porque no lo soy, pero he aprendido a amar las piedras de esta ciudad sobre la que se ha ido construyendo la historia y me gustaría que, desde fuera, se pudiesen ver en ella más posibilidades que la espectacular presencia de la Catedral y la sobrecogedora intimidad de San Isidoro. Pero para eso nos hace falta todavía crear un producto, algo que permanece sin hacer, bajo la secular inercia de las instituciones y las empresas, que se miran el ombligo sabiendo que están vendiendo un destino de primera magnitud, pero haciendo la guerra cada uno por su cuenta. Así es que, bienvenida sea la calesa de Mirantes si es que sirve para hacer producto.

Ha sido desolador el informe de la FELE sobre el año 2012. Crudo como la vida misma. Datos que anuncian un futuro escasamente prometedor. Crece el número de agricultores, mal dato si es porque no se encuentra otra posibilidad. No obstante algo se mueve: parece que tendremos una calesa. Además se ha oído esta semana que habrá un impulso a la actividad del Mercado del Conde, abriéndolo por las tardes y explorando otras posibilidades de explotación que ya funcionan con éxito desde hace años en otras ciudades. Pero ¿serán palos de ciego o habrá una estrategia calculada? Piensen en el resumen que hacía María García del Hoy por Hoy de la semana pasada: pobreza energética, la mejor vendedora de la ONCE, un conductor de quitanieves y el afilador. Nosotros, como en Nueva York.

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