Un valenciano, amigo de un buen amigo
mío, terminó una cena en un restaurante de Fontanos subido a la silla cantando
un aria de Puccini. Fue de traca, se lo pueden imaginar. Concretamente cantó el
Vissi d’arte, de Tosca, como si fuese la Callas y no sé si me reí más por lo
grotesco de la situación o por lo gracioso que estuvo el valenciano explicando
a la concurrencia lo que quería decir la canción, porque tradujo “vissi d’arte,
vissi d’amore” por “tengo vicio por el arte, tengo el vicio del amor”. Casi me
da algo cuando lo dijo, porque lo que significa la letra es sencillamente “viví
del arte, viví del amor”, pero en aquellos días el valenciano, ya de una cierta
edad, andaba detrás de una gallega mucho más joven que él y se ve que en el
amor, como en la guerra, es verdad que vale todo.
Así es que ya saben: he vivido del arte,
he vivido del amor se puede traducir al italiano como vissi d’arte, vissi
d’amore y del italiano al español, como a uno le dé la gana. Me acordaba de
esta vieja historia del valenciano cantante porque me siento rodeado por todos
esos que, como él, han vivido y viven del arte, pero no de ninguna de las
bellas artes, sino del sencillo arte de ser “un artista” y saber estar donde
hay que estar en el momento en que conviene. Lo digo hoy, en este momento en el
que seguramente aún estará en marcha la concentración de los trabajadores de
Antibióticos en la Plaza de Botines.
Han tenido mucha paciencia, aguantando
hasta aquí, sometiéndose a las circunstancias de los EREs que van y vienen al
ritmo del interés de esa empresa, mimada por todas las administraciones, que ha
colocado por la gatera su decisión de acogerse a la Ley Concursal, algo que
hizo en enero sin que, según lo que se dice en los medios de comunicación, ni
los trabajadores, ni la propia Junta hubieran sido informados. Vissi d’arte,
que diría un italiano y como ya no puedo seguir viviendo del tema, hago los
papeles de la quiebra aunque siga habiendo demanda para lo que produzco. Es
verdad que suenan canciones optimistas en forma de nuevos compradores,
esperemos que no sean cantos de sirena.
Veo la foto de Pucci reunido con el
Alcalde hace más de un mes para analizar la situación de los trabajadores que,
por entonces, ya llevaban meses sin cobrar y me asombra saber que ya estaba en
marcha el proceso de quiebra, que por entonces Pucci ya sabía que se habían
acogido a la Ley Concursal. Alguien tomaba el café con sacarina. Es un detalle
estúpido, lo sé, pero más allá de la pulcritud de los trajes, del lustre de los
zapatos, del entorno noble del lugar escogido para el encuentro, me llamó la
atención el bote de sacarina junto a una de las tazas. Hay que cuidarse.
Así es que vissi
d’arte y también d’amore. Todavía resuenan los petardos del miércoles de los
mineros y aquí tenemos en Botines la protesta de Antibióticos. Nosotros a lo
nuestro, señalados por no llevar la pegatina de la ITV, acosados por el IRPF,
recortados contra la pared de ese estado
del bienestar que se derrumba y sabiendo que, como diría el valenciano, contra
el vicio de pedir, está la virtud de no dar.
Creo que la frase es
de Groucho Marx. “Que paren el mundo, que me bajo”. Ganas me quedan de bajarme,
se pare o se empeñe en seguir andando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario