Buscar este blog

viernes, 17 de enero de 2014

Classic flavour. (En Hoy por Hoy León, 17 de enero de 2014)

Tengo entendido que hay un estudio de una universidad de Cardiff que determina un día de la semana que viene como el peor del año. No es que los galeses sean adivinos, es que explican que las vacaciones quedan ya lejos y que todavía no hay ninguna fiesta cercana; que, por otra parte, los excesos cometidos en la Navidad contra la cartera y contra la báscula, empiezan a hacer de las suyas y todavía no está cerca la fecha de cobro, ni vemos resultados si hemos decidido empezar una dieta; además, las rebajas nos impulsan a gastar, aún sabiendo que estamos tiesos y no precisamente por el frío, otro factor que contribuye al pesimismo; los días siguen siendo cortos, y, con frecuencia, grises, lluviosos, oscuros. Para colmo ya nos ha dado tiempo a incumplir alguno de aquellos buenos propósitos que nos hicimos allá por el uno de enero.

Me ocurre, además, que estoy cerca de algunas personas que están tristes y, por mi tendencia a la empatía, me dejo embeber por su tristeza. Seguramente tengan razón con el diagnóstico y esta que entra vaya a ser una semana poco propicia para la felicidad. Lo que ocurre es que me parece que esto no tiene la menor importancia, porque, y esto es sobre todo para esos amigos míos que hoy están tristes, lo que cuenta no son las condiciones del entorno, sino el modo en el que nosotros abordamos ese entorno y, si me apuras, el modo sutil en que lo miramos, el cariño que estás dispuesto a descubrir en unos ojos que te miran o el cariño que estás dispuesto a colocar en el brillo de tu mirada. Se me ocurría esta idea de la capacidad interior de cada uno para superar cualquier traba al hilo de una charla sobre un cuento de las Mil y Una Noches, una charla que derivó en filandón, hila, calecho, velada, como lo quieras llamar, en la que se hablaba del poder de la palabra, el poder mágico de las palabras, capaces de someter a un genio iracundo o de contener la sanguinaria venganza de un Rey ultrajado. No son en vano las palabras. Son nuestra forma de mirar el mundo, nuestra manera de crearlo también. Por eso creo que no es banal usar unas u otras, por eso entiendo que las palabras que elegimos nos describen y también sirven para generar nuestra propia realidad. Por eso, si decimos que la que entra es la peor semana del año, estaremos facilitando que así sea, a no ser que lo digamos para constatar que, aún en las peores condiciones, somos capaces de generar felicidad. Y utilizo ese verbo, porque creo que la felicidad es algo que se construye, que se crea desde el modo en que uno es capaz de nombrar.


A mí, lo tienes muy fácil, me conoces por esta forma de hablar, pero no me ocurre a mí solamente. Piensa, por ejemplo, el modo en el que el Alcalde de León se refirió a las protestas contra la remodelación de la Plaza del Grano: él es el primero en defender la idiosincrasia de la plaza y lo hace desde su condición de profesor de inglés, explicando que hay atmósferas que no se pueden dibujar con la sencillez de nuestro idioma, sino que es necesaria una mirada extranjera, una perspectiva “british”, pongamos por caso. O quizá sencillamente le salió en el momento, generando humo alrededor de la cuestión principal. Una cuestión que va más allá de si se pueden o no modificar las aceras y que tiene que ver con lo que está pasando en Burgos. Pero ese debate no está abierto todavía, de modo que, sean felices la próxima semana y que digan en Cardiff lo que les venga en gana, aunque sea en inglés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario