Me imagino que se tratará de
una confusión. No puede ser de otra manera. Me refiero a la noticia que daba
ayer Radio León en relación con el reparto de publicidad institucional de la
Diputación de León. Alguien se tiene que haber confundido, porque si es verdad
que Radio León ha sido excluida de manera premeditada y la Diputación no va a
dedicar ni un euro de su publicidad institucional a ninguno de los medios del
Grupo Radio León, nos hallamos ante una situación más que irregular que responde
a una confusión más grave, más de base.
Veamos: en el XVIII y sobre
todo a lo largo de los siglos XIX y XX, con la consolidación de las democracias
parlamentarias, ahora que hablamos tanto de León Cuna del Parlamentarismo
Europeo, se cimenta la creación del llamado cuarto poder, que, como los otros,
se sostiene sobre la base del poder popular. El poder legislativo, el ejecutivo
y el judicial tienen su origen en un único poder, el poder del pueblo,
reconocido por todos en las Constituciones a través del concepto de Soberanía
Nacional. Pero estos tres poderes necesitan, para que el juego democrático sea
transparente y limpio, de un cuarto poder, el de la información, también
sometido, aunque de modo indirecto, a las decisiones del pueblo. Los medios de
comunicación han sido el motor del cambio social y político, piezas
fundamentales en revoluciones como la propia Revolución Francesa, la
Independencia de los EEUU, el mayo francés o la caída del Muro de Berlín. Es
verdad que el modo en el que han operado los medios de información ha ido
modificándose a lo largo de la historia y hemos pasado del pasquín
revolucionario al twitt masivo que convoca a la manifestación en la Plaza
Sintagma o en las plazas de la Primavera Árabe. Las protestas de Tiananmen no
habrían tenido el mismo efecto sin los medios de comunicación, como tampoco
habría tenido el mismo fin la URSS, si las imágenes de Yeltsin subido a un
tanque no se hubieran visto en todos los rincones del planeta.
Estoy seguro de que en
muchas redacciones se discutió la conveniencia de difundir las imágenes de la captura
y muerte de Sadam Husein. Apuesto que informar sobre las dificultades de Sacyr en
el Canal de Panamá ha causado problemas en alguna redacción, porque cuando en
un medio hay que dar una noticia que afecta a un cliente, surge la discusión
eterna entre el Departamento de Publicidad y la Mesa de Redacción, la discusión
entre lo que nos conviene decir y lo que hay que decir. Todos tenemos un cierto
nivel de autocensura. También en la vida diaria. Todos nos sujetamos la lengua
cuando vemos la última corbata horrorosa del jefe o cuando se nos pregunta
sobre la oportunidad de alguna decisión. Todos sabemos medir, porque nos
conviene, pero hay un margen de libertad que está de la mano de la dignidad.
A los medios de comunicación
también les sucede. También se ven obligados a medir qué pueden, qué les
conviene, qué deben publicar. Y muchas veces tiene que ver con la deontología,
pero otras muchas sencillamente con los intereses empresariales. Lo que no se
entiende es la confusión de la Diputación, porque excluir a Radio León del
reparto publicitario por informar libremente es confundir lo que es de uno con lo
que pertenece a todos. Y esta es una confusión que no se puede consentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario