Eso ya lo sabes. Cada día
nos deja un momento mágico, por muy negativas que se nos presenten a priori las
condiciones. Por muy asfixiados que nos sintamos en el cotidiano maremágnum de
presiones, exigencias, informaciones, deseos, ilusiones, miedos, daño, dolor,
angustia, ¿quién sabe qué? Por muy agobiante que nos resulte la realidad de
cada día, siempre hay un momento que brilla sobre los otros, un momento lúcido
en el que se nos escapa una sonrisa.
Te cuento lo que me pasó
ayer. Estuve charlando unos minutos con el pintor Modesto Llamas. Fue una
charla banal, mantenida en un pasillo con la cortesía de la buena educación y,
en ese contexto, el artista se convirtió en teórico y me regaló la historia de
hoy, quizá para que la conecte con la historia de la semana, esa que arranca,
te lo puedes imaginar, con el estrepitoso batacazo electoral del partido
socialista y la sangría de votos del PP.
No conozco a ningún gran artista que
no tenga en la mirada el brillo genial que hay en los ojos del pintor. Es la
luz de la inteligencia, una luz que solo está en algunas miradas, pero que es
la misma siempre y que nos advierte de que estamos en el territorio de la
magia. Modesto, naturalmente, la tiene.
La primera idea que me
regaló es que desde la marginalidad puede levantarse la grandeza. Y de hecho yo
sé que tiene razón, porque en la comodidad de la zona de confort en la que nos
movemos es difícil que surja el genio. Es preciso salir de ahí, levantarse como
un volatinero entre las torres de marfil de nuestra costumbre y atreverse a
cruzar el vacío sobre el alambre de la imaginación. Creo que la frase exacta
fue “¿sabes? Llegó un momento en el que tenía más hijos que cuadros y me dije,
esto no puede seguir así”. ¿Qué habría pasado si Modesto Llamas se hubiera
dedicado sencillamente a sus hijos? Seguramente habría sido un hombre feliz,
porque su inteligencia habría permanecido intocable, pero habríamos perdido un
gran artista. ¿Es eso importante? No lo sé. Muchas veces pienso en personas geniales
que no pueden desarrollar su talento o que, aún pudiendo, no lo desarrollan y
creo que es una pena, sí, pero que no es importante, que ya hay bastantes
genios en el mundo, que poco importa que haya o no un puñado más. Y ese es
justamente el segundo regalo de Modesto Llamas. “Siempre he pintado lo que me
sale de los pinceles”. Seguramente, si se hubiera quedado en Madrid, habría
alcanzado mayor fama, habría estado junto a otros artistas al frente de las
vanguardias, pero eligió la libertad de la periferia. O mejor, tal y como él
mismo dijo ayer, “la libertad en la periferia”. Es verdad, el centro, el punto
exacto en el que suceden las cosas, no permite tanta libertad como los
alrededores. Por eso la genialidad salta a la luz desde las afueras. Y después
de todo, este Modesto de nombre y de actitud aunque diga de sí mismo que es la
persona menos modesta del mundo, comprende la verdad de las cosas, la
importancia de vestirse en música cada mañana y afrontar la soledad del día a
día a la caza y captura de la sonrisa de la magia.
¿Las elecciones? ¿La
reacción de los responsables leoneses de los dos grandes partidos? ¿Qué quieres
que te diga? Han sido unas elecciones en la periferia, por eso aquí ha
triunfado la libertad. El PSOE y el PP creen que cuando se hable de cosas más
cercanas será diferente, pero eso es algo a lo que no se deberían arriesgar.
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