Anoche me decía mi hijo que
tenía un tema para mi artículo. Confieso que ya tenía escrito un texto para hoy
cuando hablé con él, porque me lo dijo, más que anoche, esta madrugada. También
dice que esta ciudad es distinta los jueves por la noche, que deja de ser la
ciudad consabida de morcilla, Húmedo y paso atrás de todos los fines de semana
y que este jueves universitario de cada semana se viste de fiesta y gente de
mil sitios distintos que sale a divertirse como si no hubiera mañana. De hecho
es verdad que hace solo un rato, a eso de las ocho, cuando iba en el coche
hacia mi trabajo, se veían grupos de jóvenes deambulando por calles todavía
oscuras con la mirada vidriosa de una noche de juerga. Es un paisaje común los
viernes por la mañana, algo que produce un tímido desconcierto en algunos de
los profesores nuevos en la ULE, que no entienden por qué tienen los viernes
tan pocos alumnos en sus aulas. Poco a poco lo han ido sabiendo y eso que hay
muchos que, como el mío, aunque se acuesten tarde y con mal cuerpo, al día
siguiente están en clase dando el callo. Claro que vaya usted a saber a qué se
le llama dar el callo en semejantes condiciones, aunque tienen cuerpos que todo
lo aguantan, que también fuimos jóvenes un día y sabemos de qué es de lo que
estamos hablando.
El caso es que me dijo que
el tema del que todo el mundo está hablando en la ciudad es el tema de las
arañas. Pensaba yo que me iba a señalar algún asunto de su Facultad o una de
las noticias de escándalos de las últimas horas o de los tres días de huelga
que ha habido esta semana, de modo que me dejó de piedra con esto de las
arañas. “¿No te has fijado que hay un montón de telas de araña? Todo el mundo
lo dice, que es que sales a la calle y te enredas en esas telarañas que hay por
todas partes”. Y sí, si es verdad que me había fijado. Precisamente el
miércoles, en una pradera espectacular en Villanueva del Árbol, el sol dibujaba
una estampa preciosa al esconderse por Villasinta, revelando un mar de hilos de
seda que cubría todo el campo. Una de las personas que estaba conmigo dijo que
cuántas arañas bebía haber por todas partes y me dio por pensar que mejor así,
que mejor que fuesen muchas arañas pequeñitas tejiendo laboriosas muchos hilos
que no pensar en una sola araña grande que hubiera hecho todo aquello. Así es
que le he dado la razón a mi hijo y he tirado a la basura el artículo que tenía
escrito hablando del poder político y la importancia de la información libre al
hilo de la dimisión del flamante número dos de la nueva ejecutiva del PSOE de
Castilla y León y alcalde de Pajares de los Oteros, porque me parece más
interesante esto de las arañas. Al fin y al cabo esta red de hilos pegajosos
que vemos en la calle es más tangible que esa otra en la que se enredan
nuestros políticos a la hora de confeccionar una ejecutiva o una lista
electoral, una red de hilos invisibles, de intereses, favores, deudas, apoyos,
compromisos, pactos, estrategias, equilibrios. Una red de hilos frágiles que se
va tejiendo alrededor de unas siglas hasta que se convierte en una estructura
sólida y flexible capaz de atrapar cualquier insecto que sea más pequeño que el
insecto que teje la trampa.
No sé qué político era el
que decía que temía más a los de dentro que a los de fuera. Parece que la tela
de araña que ha enredado a Tudanca no se la ha tejido ningún enemigo, ni de los
de dentro, ni de los de fuera. Ha sido un desatino de toma pan y moja y cómete
este insecto atrapado en su propia telaraña.
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