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viernes, 20 de marzo de 2015

Caramba con el eclipse. (En Hoy por Hoy León, 20 de marzo de 2015)

De chicos, cuando había un eclipse, utilizábamos los negativos de los carretes de fotografía o ahumábamos un cristal para mirar al sol. Como ya hace tantos años que todas nuestras fotos son digitales, nos hemos quedado sin verlo. Nadie tiene película en su casa, aunque cada casa pueda ser una película. Lo de ahumar el cristal lo teníamos a mano, pero las autoridades nos advirtieron que no se debe observar el sol directamente, que para ver el eclipse lo mejor es que lo proyectemos o que utilicemos sistemas homologados. Es lo que pasa siempre, que se nos pide que no miremos directamente a las cosas, que busquemos subterfugios para hacerlo, porque mirar directamente a la verdad puede causar daños irreparables.

Es una sensación que he tenido al asistir a esos acontecimientos que llamamos “de masas”, digamos un partido de fútbol del máximo nivel o un concierto de alguna superestrella. A veces se pasa uno más tiempo mirando a las pantallas que directamente a lo que pasa y también ocurre que después nos vamos a internet o a la televisión para ver la imagen de lo que ya hemos visto, en una especie de reafirmación de la realidad a través de lo que queda en los medios de comunicación. Lo veo también en los viajes: turistas tomando imágenes sin parar. En ocasiones solo vemos el monumento que hemos ido a visitar a través del visor de la cámara y luego, en lo que nos queda en la memoria, pero no en la memoria propia, sino en esa memoria prestada que se almacena en el disco duro del ordenador. Y se nos olvida que, cada vez que tomamos una imagen, recortamos la realidad y dejamos a un lado lo que queda fuera del encuadre. Pero eso es inevitable. Siempre recortamos la figura sobre un fondo difuso para evitar la angustia de los límites del cuadro, cuando nos enfrentamos directamente a la realidad.


A esta hora ya hace rato que el eclipse ha terminado. No sé si has podido verlo, pero no te preocupes, ya hay miles de sitios en internet que te lo muestran y en las noticias tendrás las mejores imágenes. Puede que hasta nos enseñen cómo se ha visto en las Islas Feroe. No me digas que no te resulta apasionante. No me digas que no has apreciado su alteración. Si tan importante es el sol para la vida, ¿cómo no nos va a afectar que se esconda tras la luna? Ya sabes que, desde siempre, los eclipses nos han atrapado por su magia. Me imagino a Tales de Mileto diciéndole a sus paisanos que el sol se iba a ocultar y a estos muriéndose de risa al oírlo y después de miedo al comprobar que tenía razón. Dicen que ese eclipse tuvo lugar en mitad de una batalla y que los contendientes, ante el temor de que lo que ocurría fuese una advertencia divina, decidieron acordar la paz. Hoy no hay paz por el eclipse. Al contrario, la convulsión es cada vez más intensa, pero hay tantas realidades que se escapan del marco de nuestra mirada que nos parece que todo sucede como debe suceder y hasta nos creemos que eso que estamos viendo recortado en imágenes es la auténtica realidad. Me gustaría pensar que todo este revuelo de listas y de nombres es porque en los partidos están buscando a los mejores, pero creo que no vienen por ahí los tiros, que ni el secretismo de Silván, ni la apuesta de Ciudadanos por la derecha o los movimientos ondulatorios del PSOE por la izquierda persiguen encontrar personas que sepan mirar de frente lo que es la realidad. Esa realidad a la que podemos mirar directamente sin temer a la ceguera.

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