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viernes, 13 de marzo de 2015

Encuentro de gran cordialidad. (En Hoy por Hoy León, 13 de marzo de 2015)

La foto de ayer era la foto de un paso de baile. Hay una imagen de Cinema Paradiso en la que se ve a varias parejas de hombres bailando. Lo hacen con la naturalidad de cualquier pareja de baile, pero con la impostura de esa sociedad machista en la que viven. Nosotros tenemos en la retina las imágenes de mujeres que bailan solas bailes pensados para parejas y no nos llaman la atención. En cambio no nos resulta tan natural ver parejas de hombres que se sostienen en ese abrazo a mitad de camino, que no avanza hasta la cintura y se queda en el antebrazo, en una pose indolente. La foto de ayer tenía ese aire. El esfuerzo de las sonrisas en la nocturnidad alevosa del disparo no es más que un síntoma de la falsedad del abrazo, una mano detenida en el codo del otro, la mano del contrario marcando la distancia contra el brazo o el pecho, no se sabe bien por la perspectiva. Y también la gama de azules en las americanas y las camisas, como subrayando que sabemos que la foto va a ser en color y que el azul es el color del candidato, aunque sea de izquierdas. Lo aprendimos con Nixon en aquel famoso debate televisado. Y el cuello, distendido, sin corbata, dejando claro lo casual del encuentro, a pesar de estar absolutamente pactado.

Apuesta el periódico por un resultado electoral en el sentido de siempre y parece considerar solamente a los dos representantes de los partidos con más votos en la actualidad en la medida en que solo salen esos candidatos en la foto y el titular “PP y PSOE arrancan la carrera por la Alcaldía” sitúa la disputa electoral en el bipartidismo precisamente en la semana en la que algunas encuestas a nivel nacional nos hablan de un empate entre cuatro partidos, subrayando el fin de una historia que parece claro que llega a su final. Te digo que me gusta volver a mirarla, porque es una foto tan tierna, una foto tan encantadora que me siento nuevamente en la ingenuidad de la infancia viendo a los candidatos competir para ver cuál de los dos desencaja más la sonrisa.


¿Y cuándo dices que son las elecciones? ¿En mayo? ¡Madre mía, cuán largo me lo fiáis! Se nos harán interminables estos meses en  los que irán saliendo uno tras otro pequeños escándalos como el de Garrafe o el de la gestora del PSOE en Astorga. Ajustes de cuentas entre abrazados de uno y otro signo. Navajas internas que, como la de Ockham, se encargarán de rebanar todo lo innecesario. Y. mientras tanto, los que manejan los hilos en la barbería, afilan sus cuchillas sin reparar si tiene o no tiene barba el sujeto que tienen sentado en el sillón de barbero, como en una película de Chaplin, solo que da igual, que en este sentido la barba se corta a la altura del cuello. Y, entre tanto, unos y otros y los de más allá siguen avanzando en la confección de listas. Con mayor o menor control, con mayor o menor libertad. Me gusta mucho esa secuencia final de Cinema Paradiso en la que se ven unidos todos los recortes de fotogramas en una especie de historia musical del beso desde que  empezó el cine y la censura obligó a los exhibidores a mantener a buen recaudo la moral. Yo diría que el censor habría eliminado este abrazo, entiéndeme bien, no por que invite a pecar contra el sexto, sino porque invita a pecar contra la razón y esa explicación de que “Antonio Silván y José Antonio Díez celebran un encuentro de gran cordialidad ante el Ayuntamiento de San Marcelo” huele a paso de Semana Santa, a imagen hierática de la pasión.

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