Buscar este blog

viernes, 13 de noviembre de 2015

Enmarañados. (En Hoy por Hoy León, 13 de noviembre de 2015)

La política está enmarañada, quien la desenmarañará, el desenmarañador que la desenmarañare, buen desenmarañador será. Uno se niega a pensar que la democracia sea solo un juego de palabras o una sopa de letras. Fíjate que ayer por la tarde, hablando con una niña adolescente y con su madre, se nos coló en la conversación un pasaje de Platón, ese en el que se habla de que el “camino recto del amor, ya se guíe por sí mismo, ya sea guiado por otro, es comenzar por las bellezas inferiores y elevarse hasta la belleza suprema”, hasta alcanzar la belleza en sí, el conocimiento de lo bello en sí mismo, descubriendo la belleza en todo, desde los cuerpos bellos, a las bellas ocupaciones y de éstas hasta las bellas ciencias. La verdad es que no soy yo muy de Platón, pero en esto del amor sí que anduvo fino y quizá El Banquete sea uno de los libros más recomendables para acercarse a la filosofía por primera vez. Es preciosa la explicación de cómo andamos buscando a nuestra otra mitad, pero no te voy a dar muchos detalles de eso, que ya te lo sabes.

La candidatura estaba enmarañada y ahora se desenmarañó. Yo preferiría seguir hablando del amor, porque el amor es lo único que queda cuando cerramos la puerta de nuestros días y es algo que ya sabemos, que una vida sin amor no merece la pena ser vivida. Y sin embargo ponemos el foco en otras cosas. Inventamos historias sobre nosotros mismos para hacernos más interesantes, para parecer más altos nos ponemos alzas, nos colocamos fajas para parecer más flacos, hasta nos creemos tener títulos que nunca hemos conseguido, como nos pasa a los del atleti, que nos creemos que fuimos campeones de Europa dos veces aunque solo fuera unos minutos. Por eso las cosas se enmarañan. Se mezcla realidad y ficción, se funde teatro y locura, como en una representación de Marat – Sade, ese momento entre las butacas en el que el único cuerdo es el observador que ama su silencio y deja que las palabras se le claven como cuchillos en el corazón. Uno del público. El Público. Vuelta a jugar con las palabras en la sopa de letras de la política y convertir Marat – Sade en Sadat Maraña, ficción, realidad, literatura.

Hace nada nos ha estado contando Paz Brasas de su Teófilo. Yo cuando veo en mi imaginación la belleza de las bestias de la catedral, me doy cuenta de que son personajes de DreamWorks, que tienen la fuerza de las cosas bellas, que están a un paso de lo que decía Platón, bien lejos de la maraña de empujones por aparecer en lo más alto de las listas. Pobre Platón con su utopía de una República ideal construida sobre la base de la educación de cada uno según su alma, si viera las filigranas para encajar los nombres adecuados. Es Lagarto, apoyado en el muro, llorando. ¿Pero una escultura de piedra puede llorar?


A veces pasa. A veces pasa que la cosa se enmaraña y luego se desenmaraña. Y el silencio de la piedra se vuelve música y hay un niño que quiere que su padre lo lleve a ver una calleja que no existe, todo porque lo ha leído en un libro editado con un gusto exquisito, ilustrado con genio y escrito con toda la belleza del amor por las cosas, la gente, la infancia. A diferencia de los que se inventan a sí mismos para crecerse, los hay que hacen cosas y las hacen valer. Las listas ya empiezan a estar listas y veo que en ellas no hay ni un abrigo de paño rojo, ni una bufanda de punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario