Buscar este blog

viernes, 8 de abril de 2016

Dedicar la vida al bricolaje. (En Hoy por Hoy León, 8 de abril de 2016)

Dice Enrique Rojas en un artículo sobre la madurez que “la vida no se improvisa” y que la ausencia de un proyecto de vida es una de las diez claves para descubrir una personalidad inmadura. Te digo que me cuesta saber si tengo claro cuál es ese proyecto de vida en mi caso, si realmente tengo definido un proyecto como tal o si, de forma inmadura, voy improvisando mi vida a medida que me van sucediendo cosas. Creo que la diferencia está entre quienes estamos controlados por la vida y quienes tienen la vida bajo control. Me cuesta decirte qué es lo preferible. Quizá tenga razón el conocido psiquiatra al denunciar la falta de control sobre la vida como un síntoma de inmadurez. Dice que la vida “necesita una cierta organización, un esquema que diseñe el porvenir”. Y lo comprendo, solo que también pienso que la vida es caos, desorden, sorpresa. No sé cómo dibujarlo en mis emociones.

Ayer fue noticia el rescate de una mujer que se quedó atrapada en un establecimiento que hay cerca del Arco de la Cárcel. La historia no tiene mucho interés, en principio: alguien que se queda atrapado en un comercio que se cierra al mediodía sin que los encargados de echar la trapa se den cuenta de que todavía queda una clienta dentro. La cosa se convierte en interesante cuando se dice que una abuela se quedó encerrada en un chino. ¿Por qué nos parece una noticia que una señora de setenta años se quede encerrada en un chino? Creo que es porque todos hemos sentido esa posibilidad paseando por los laberintos de este tipo de establecimientos. La posibilidad de verse atrapado en plásticos, lozas, telas, objetos inverosímiles al lado de los más cotidianos, una inmensidad de productos organizados con la exactitud científica de una mente perversamente estructurada, es algo que a todos los que nos hemos desorientado alguna vez en un chino nos aterra. Y lo que ocurre es que la vida es quizá como ese laberinto de estanterías, un flujo que sigue un orden exacto pero cuya comprensión excede los límites de lo humano. Por eso no me extraña nada que uno se puede sentir atrapado por la tela de araña de la vida y no encuentra el modo de salir al mediodía hasta que llega la policía y te saca.


¿Cuál es tu proyecto de vida? No me digas que cambias todo por una vida dedicada al bricolaje. No me digas que quieres dejar tus sentimientos en manos de un plano de hágalo usted mismo, que tu proyecto en la vida está tan planificado que basta seguir ordenadamente los pasos para armar un poco de felicidad. Una vida dedicada al bricolaje puede ser muy placentera, pero ¿y si terminas perdiéndote en las estanterías de un bazar? ¿Y si nadie viene a rescatarte? Llámame inmaduro, pero es que me cuesta escapar al caos de la vida. No termino de descubrir el orden que seguramente esté en la lógica de todo lo que existe. Es como si yo no supiera de qué manera están colocadas las estanterías de mi propio establecimiento. Pero dime cómo son estos proyectos de vida, dime, por ejemplo, quiero ser Santo, quiero ser poeta, quiero ser barbero de hospital, quiero ser artista de circo, quiero ser ganadero para poder derramar leche, quiero ser concejal para saludar a los votantes mientras como en un restaurante a toda velocidad, quiero ser uno que corre y come bombones, quiero ser cantante gitano para celebrar un ocho de abril infinito. “Si conseguir doblar, traer”, le dijo Chen a una que quería saber si se podía devolver un chubasquero. Esa es la otra parte, que una vez abierta, la vida no tiene vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario