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viernes, 8 de junio de 2018

De Trajano a Masterchef. (En Hoy por Hoy León, 8 de junio de 2018)

No sé si te das cuenta de todo lo que ha visto esta ciudad. Veo la foto del busto de Trajano en la presentación de los actos del “Natalicio del Águila” y pienso en el recorrido de la historia hasta este miércoles de celebridades cocinando a la puerta de la catedral. Me decía a mí mismo, me lo digo siempre, que, en la ruleta de la fortuna de la lotería natural, hasta los más desafortunados de entre los desafortunados que conocemos, con los que tratamos, con los que hacemos una vida normal, han tenido suerte. Por eso creo que nosotros, que no somos desafortunados, hemos tenido un premio inmenso solo por el mero hecho de nacer como hemos nacido. No obstante…

Creo que se nos olvida cada día la diferencia y creo que miramos con demasiada envidia hacia la fama. La igualdad en la diferencia es un principio básico para la convivencia: es la comprensión de que todos somos diferentes, pero que esa diferencia no es esencial, porque en lo esencial todos somos iguales. Por eso, cuando miramos el busto de Trajano y nos ciega el vértigo de la historia, tenemos que saber de la enorme suerte con la que la lotería natural, y hasta la lotería social, nos han señalado. Lo digo no para conformarme, no para que te quedes contento y tranquilo por cómo están las cosas, no te confundas. Lo digo para saber comprender lo que me es dado. Lo digo para mí mismo, para establecer en mi conciencia una exigencia de reparación, una necesidad de compensar en los otros lo que se te da. Y yo recibo mucho cada día. Con todas las importantísimas carencias que hay en mi vida, comprendo que lo que se me da es tanto que no puedo quejarme nunca más por ninguna mala situación, que lo que cabe es modificarla, luchar por que sea de otro modo, pero sin queja alguna, con la idea clara de que la justicia es obra de cada uno, depende de cada uno, viaja con cada uno en la historia de su vida. Por eso no me admira la vanidad del éxito, por eso comprendo a quienes, aunque se dejaron llevar por la publicidad y subieron a ver el espectáculo de los famosos cocineros, al llegar a la Plaza de Regla se dieron cuenta de que era mejor volverse a la vida del miércoles sin haber visto de cerca a ninguna celebridad. Mejor verlo después en la tele. Al fin y al cabo de eso se trata, de producir un programa para la televisión. Y de hacer publicidad, claro.

Ya sabes mi opinión sobre eso. La publicidad es otro modo de información, otro modo de reflexión, otro modo de comprensión del mundo. La clave, creo yo, está en no dejarse engañar, en comprender que los mensajes de la publicidad son más sinceros que ningún otro y dicen abiertamente que lo que debes hacer es comprar, pero eso es solo lo que dicen, que está en ti darte la vuelta y regresar a tus verdaderos deseos, a tu auténtica necesidad, a lo que te gusta con sinceridad. No está más rica la cecina porque la corte alguien famoso o porque lo diga un cocinero mediático, pero vivimos en un mundo tan extraño que es muy importante que lo diga, porque no vamos a convencer a nadie de lo bien que se pasa un fin de semana en León diciendo que aquí vivió Trajano y, será triste, pero es así, muchos vendrán si en la tele las gentes famosas les hacen pasar un buen rato y les hablan de platos deliciosos a la sombra de las torres de la catedral.

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