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sábado, 3 de marzo de 2012

Con los huevos por las nubes. (En Hoy por Hoy León, 2 de marzo de 2012)

         No hay razones para pensar que al céntimo sanitario se vayan a sumar otras subidas de impuestos sobre el consumo, aunque eso no quiere decir que no vaya a suceder o que las espectaculares subidas de precio, como la que hemos tenido que sufrir esta semana en los combustibles, no se vayan a extender a otros productos. No se alarmen, esto del “centimazo” es algo muy especial. En adelante, cuando suban los precios no lo harán directamente por efecto de un impuesto, o tal vez sí, ¿quién sabe? La inseguridad en el terreno de la economía es consustancial a los tiempos en los que estamos, que las cifras del déficit se nos disparan sin darnos cuenta y cuando nos parece que entramos en la vía de la solución, aunque sea una vía muerta, resulta que ni por esas, enseguida nos viene Europa o Alemania a decirnos lo que ya sabemos o lo que tanto alarma a Esperanza Aguirre, eso de que nos estamos helenizando.

Para lo que  no hace falta ser Aramis Fuster es para vaticinar que marzo va a ser un mes de lo más movido, por las tensiones sociales que ya se están produciendo, por las reacciones a los resultados de las elecciones andaluzas, por la necesidad de que el gobierno defina de una vez por todas los detalles del presupuesto. Esta semana hubo una huelga que apareció y desapareció en la medicina pública de Castilla y León, protestas de estudiantes, concentraciones de trabajadores de empresas concretas que tienen muy negro un futuro que hace nada se prometía de colores, aunque fuese el amarillo, que a los del teatro les da tanto “yu-yu”. Hay montones de gentes que trabajan sin cobrar, como seguramente también debe haber por ahí muchos que cobran sin trabajar, y no estoy hablando precisamente de un subsidio. Difícil equilibrio, difícil coyuntura y, aunque ya empieza a llegar hasta ellos el zarpazo de la crisis, los bares y los restaurantes siguen trabajando a buen ritmo, sosteniendo, como el fútbol, la felicidad, el espíritu, la moral de la tropa. En Unicaja siguen sin ver clara la fusión con nuestras cajas, sobre todo porque están muy vacías y a la vez muy lastradas con pesadísimos ladrillos, una situación que ahoga a los gestores, quizá porque un día quienes cuidaban de las gallinas no tenían muy claro el auténtico valor de los huevos y solo se preocupaban de hincar el diente al suculento muslo que se les presentaba. Pero hablando como estamos de gallinas, de subidas y de economía, no sé si sabrán que, sin que medie ningún tipo de impuesto, ha subido diez céntimos la docena de huevos esta semana. Se quejaba un proveedor en un pequeño supermercado, a la vez que se disculpaba, diciendo que le estaban obligando a matar gallinas desde la Unión Europea por la cuestión del cupo de producción y que iba a llegar un momento que no iba a tener huevos para abastecer a sus clientes.

Hay que ver qué mundo éste tan complejo, en el que nos suben el precio de los huevos y nos matan a las gallinas. Es de locos, como los atascos que hubo el miércoles por la noche en las gasolineras, que traían de cabeza a los empleados en un 29 de febrero insólito. Yo me adelanté un día y llené el depósito el martes en el surtidor de San Francisco. Todavía no era el momento de hablar del centimazo y me decía el empleado de la gasolinera que lo tenía enloquecido el soniquete machacón de las bandas de tambores y cornetas. Calculo que el miércoles, aguantar toda la tarde los ensayos, llenando depósitos sin parar, le debió de parecer el fin del mundo.

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