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viernes, 16 de junio de 2023

Teorema fundamental del cálculo. (Audio)

 

Teorema fundamental del cálculo. (En Hoy por Hoy León, 16 de junio de 2023)

    Hay un teorema en Matemáticas que se conoce como teorema fundamental del cálculo. Básicamente este teorema viene a decir que la derivada de una función es otra función cuya integral es la primera. Esa relación entre derivada e integral es un descubrimiento relativamente reciente, aunque el cálculo infinitesimal aparece ya en estudios matemáticos de la antigüedad. Me encanta ese nombre, me gusta muchísimo cómo suena: teorema fundamental del cálculo. Es verdad que, si pienso en el significado aislado de cada una de las palabras, la idea que me llega no tiene nada que ver con lo que los matemáticos entienden. Pienso en ello como un verso o como un axioma filosófico o como un principio político: hay una forma fundamental de abordar el cálculo. 
    La cuestión es esa del cálculo, el modo en el que se producen los movimientos, por ejemplo, en las listas de las candidaturas ahora que se ha integrado ya la variable de las elecciones generales en el proceso de constitución de las corporaciones municipales y eso produce una deriva en los movimientos sísmicos de los sillones. Ese cálculo, ese movimiento de placas, hace listas nuevas y determina puestos de salida que se dan por hechos, que se anticipan al momento de la elección más allá de coaliciones, amistades peligrosas o disputas territoriales. Hay que buscar sillones para todos los traseros, los antiguos y los nuevos. El matemático y filósofo que describió la notación que hoy usamos en el cálculo integral se llamaba Leibniz y dejó dicho que no puede existir un mundo que no sea el mejor de los mundos posibles.
    ¿Qué te parece? La reunión de la UPL de esta tarde va a ocurrir en el mejor de los mundos posibles y las decisiones que tomen en relación con los pactos pendientes nos devolverán un mundo que seguirá siendo el mejor de los mundos posibles, poque no hay alternativa para eso. En todo cálculo, el resultado nos coloca en este mundo que es el mejor de los posibles, no el mejor de los pensables o el mejor de los deseables, que ese es otro cantar.
    ¿Y qué hacemos con lo que tenemos en la ventana de muestras casas? Digo ventana, pero podría decir cocina, podría decir mesita de noche, armarito de las medicinas del baño, mueble bajo del salón. Siento que, en este mundo que coloca personas en sillones, y que es el mejor de los mundos posibles según Leibniz, aparecen nódulos en órganos que no deben, se colocan infecciones que necrosan, hay endodoncias que no limpian todas las trayectorias de la raíz. En este mundo que podría ser derivada de otro que fuera integral de este hay tentaciones de premiar solo a las alumnas brillantes de ciencias, un hueco en la mochila donde se quedan escondidas prendas que quedan sin lavar, sueños de hoteles de ascensores imposibles en los que se esconden quienes no quieren jugar ninguno de los juegos que nos deja la rutina de la felicidad, reuniones en una cafetería de Valladolid para repartir el Bierzo.
    En ese mundo que es el mejor de los mundos posibles me apetecería apuntarme al teorema fundamental del cálculo y estimar la variable felicidad, hacer la integral, la suma infinitesimal de todos los deseos de felicidad que se ponen en marcha todos los días y sobre todo en los días especiales, los días en los que se cumplen años, los días en que uno decide cambiar su vida, los días como este en los que te paras a escuchar la derivada de mis miedos. Me gustaría pensar que este no es el mejor de los mundos posibles o que, si lo fuera, lo fuese porque vamos a hacer todo lo necesario para que efectivamente sea un mundo mejor.


viernes, 9 de junio de 2023

Diagrama de barras. (Audio)

 

Diagrama de barras. (En Hoy por Hoy León, 9 de junio de 2023)

    Ayer, que fue uno de esos tres jueves en el año que relucen más que el sol, estuvo lloviendo toda la tarde. Por momentos, el día se hacía de un gris invierno, sin frío, que te llevaba en manga corta por una avenida de temporalidad incierta en la que no sabías bien si la luz era de la mañana o de la tarde, si el momento era de jueves o de sábado, si el sonar de la lluvia era de principios del verano o de finales del invierno. Y, en esa cueva de sombras, llegaron los mensajes que me recordaron una vieja idea: ¿qué pasaría si se lanzase un misil infalible contra una guarnición inexpugnable? Partiendo de la base de que ningún misil es infalible y que ninguna guarnición es inexpugnable, está claro que mi dilema es un dilema solamente teórico, que ese no es un problema real, pero no por ello me parece menos interesante. Quizá las cosas menos reales sean las que más interesan. 

    ¿Qué pasaría si un don Juan irresistible intentase conquistar a una doña Inés inalcanzable? Hay veces que uno observa a algún don Juan en acción lanzando sus misiles provocadores contra alguna doña Inés fuera de su rango de alcance y piensa que el amor no lo perdona todo, que hay un punto de maldad sibilina, una cierta desaprensión interesada en el colmillo retorcido del que conquista y un poco de afectación clásica en la sonrisa modosa de la Inés explosiva que no se deja cautivar, pero que se siente estupenda con el discurso de quien la halaga. Esa cosa que te permite hasta consentir insultos porque te hace gracia ser el foco de todas las miradas ¬¬—lo vimos ayer por la mañana hablando con una niña que recibe bromas continuas en relación con alguna parte de su cuerpo—. Un mundo de deseos que vuelan en aviones de papel y pelotas hechas con folios. Pero esos otros que son don Juan, muchos ellos que son él, no se expresan en pintadas o comentarios de Instagram, sino que vuelan en círculo alrededor de sus dianas. Los hay como ese don Juan del sábado del que podría hablarte, que lo hacen con la seguridad de saberse descubiertos y disfrutan del juego, con total carencia de intención de daño, hasta que el juego se desarma. En el fondo, un estándar que podríamos decir que es machismo líquido.

    Más allá de esto, el machismo sólido; el agresivo donjuán conquistador que tiene en la cabeza una falsa idea de superioridad. Me vas a decir que eso ya no existe, que todavía quedan vestigios de lo otro, pero que en el universo de la información ningún hombre se siente superior a ninguna mujer. No es eso lo que veo. Cada día lo veo con mayor claridad: hay algo que no está funcionando en el discurso de la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres; algo no está yendo bien. Se nos está colando por el tamiz de las ideas un machismo líquido que traspasa el colador. Cuando me dicen que hace falta un hombre para ciertas cosas, cuando veo la sonrisa complacida de una niña que solo se siente bien si hablan de ella, aunque sea para subrayar esa parte llamativa de su cuerpo, cuando no se reconoce la autoridad en la mujer solo porque no es hombre, veo que el terreno de la conquista no es el del romance, sino el de la dignidad y el del derecho.

    Hay, en matemáticas, una forma perfecta de mostrar comparaciones entre datos: los gráficos de barras. Valdría hacer un gráfico de barras que comparase a los donjuanes del siglo de Zorrilla y a los de los tiempos del First Dates. Habría que ver la persistencia arrogante de donjuanes en términos porcentuales. Y lo apropiado de la idea, ahora que parece que viene en León un conflicto laboral en la hostelería, sería hacer el estudio entre los que se mueven por los alrededores de las barras, esas barras de los bares en las que se sueltan las lenguas y los impulsos. Un diagrama de barras de cómo se comportan en las barras los donjuanes de hoy en día. No estaba mal, igual hasta te daba la risa.

Sumas sin sumandos de valor concreto. (Audio)

 

Sumas sin sumandos de valor concreto. (En Hoy por Hoy León, 2 de junio de 2023)

    Esta semana la actualidad pide hablar de pactos y de consecuencias. No se te escapa, estoy seguro, que me gustaría huir del tema. Y en mi mano está decidir hacerlo y mirar en la actualidad otros grandes acontecimientos: lo del nuevo entrenador de la Cultural, por ejemplo, o lo de las cámaras de la futura Zona de Bajas Emisiones; temas que se quedan en segunda línea detrás de los fuegos cruzados de los pactos.

    En esto de los pactos, me vienen a la memoria grandes momentos de la historia de León en los que los mismos actores sumaron diferente por tener valores distintos en cada momento, porque las situaciones nunca son idénticas y lo que suma siete no es siempre uno más uno. Sí es verdad que casi nunca importa el valor total de la suma, que lo que cuenta es el hecho de que se produzca, porque ese dato, la suma misma, es la clave del gobierno y no el valor de lo sumado. Es algo que pienso que tiene su importancia, porque la mayoría de nosotros vivimos obcecados por la exactitud del dato y no entendemos que este es ya un mundo —quizá siempre haya sido así y nunca lo supiéramos— en el que no existen valores exactos porque todos se diluyen en pura probabilidad. 

    Discutíamos ayer sobre la tilde en “solo” y hablábamos de la necesidad de escribir “estoy solo esta tarde” con tilde para que se entendiera que no iba a estar en otro momento que no fuera ese o sin tilde para que el lector comprendiera que esa tarde no habría nadie más. Yo dije que no me hacía falta la tilde, que siempre podría entenderse la frase por el contexto. 
    
    Pero, “¿y qué pasa si no hay contexto?”, me dijeron. Dije que siempre hay contexto y pensé, pero no dije, que nunca se da la circunstancia de que se produzca un acto de comunicación fuera de todo contexto. Es más, esa circunstancia tan extraña ya sería un contexto que explicaría lo que se quiere decir. Eso es lo que pasa con las sumas de concejales, que siempre se producen en un contexto y, por si hubiera poco contexto, las elecciones generales de julio contextualizarán un poco más el valor de cada suma en cada ayuntamiento, en cada comunidad autónoma, en cada diputación provincial. El valor de todos los acuerdos tomará sentido y proyección también con esa sombra. Lo que no sé bien es cómo nos sentiremos los ciudadanos al respecto. Supongo que será en función de nuestro propio modo de abordar el mundo, nuestro contexto.

    El valor de lo que hacemos se acentúa con lo que va con nosotros —todo eso que somos—: nuestra historia, nuestra imagen, nuestros deseos. Cada uno es su historia y la lleva puesta y, por eso, esa manera de reírte significa muchas cosas que yo solo entiendo y no necesitas tilde para entender ese solo, aunque sea que las entiendo cuando estoy solo, que podría ser el caso, claro. 

    Solo los actores de los pactos saben el modo en el que sonríen. Ellos, cada uno de ellos, cuando está solo, sabe el valor de su posición y el valor que tendría cada suma, porque cinco suma lo mismo con once que con nueve, o puede que no. Solo ellos lo saben.