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viernes, 24 de mayo de 2019

No tienes hondón. (Audio)

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No tienes hondón. (En Hoy por Hoy León, 24 de mayo de 2019)

Las organizaciones humanas son caóticas. No soportan la rigidez, ni el azar puro. Viven en el filo del desorden, en el límite del caos, y es ahí en donde encuentran sentido. La vida, ese desmoronamiento, se organiza en el desvelo de la no permanencia. Ese espíritu tenso en el que se resuelve la realidad es a la vez orden y desorden y por eso lo humano emerge en el caos. Lo dicen de la propia conciencia algunos neuro-psicólogos: aparece como un efecto del modo caótico en el que se organiza la sinapsis neuronal. Es la nube.

Ayer me decía un amigo que él está solo porque le duele el amor, porque ha padecido tanto el amor, que ahora que se siente nonagenario, no está en condiciones de sufrir más y quiere vivir en calma, con la idea presente del desvanecimiento del tiempo en un ahora eterno. Es verdad que el tiempo nos desgasta, que el único modo de escaparnos de su corrosivo transcurrir es negarlo. Ahora yo digo ahora, hablo ahora, soy ahora y ese ahora durativo me desmiente, que no hay instante que describa este instante, como no hay momento que no sea este. ¡Qué brutal paradoja! ¡La misma que escribe el convivir del orden y el caos! ¡Si no fuera por la certeza de la muerte, me quitaría la vida!, dijo. Es el gris.

La paradoja, esta o cualquier otra, es la base de lo humano. La condición de toda organización es la inconsistencia. La inconsistencia o la completud, porque, como sabes, nunca admitiría pertenecer a un club que me admitiese como socio. O dicho de otro modo: ¿qué pasa cuando decimos “esta proposición es falsa”? Si es falsa, es verdadera y si es verdadera, es falsa. Por eso no me creí nada de aquello de cerrar las puertas al amor, porque el orden y el desorden, el sí y el no, están en la base de todas las verdades. Es la piedra.

Todo orden es caótico y todo lo caótico está ordenado. Nube, gris y piedra.  El domingo otra vez te levantarás temprano, tan temprano que a esa hora tuya de la siesta, cuando estén abriéndote las urnas, dejarás el voto que tanto has repensado y te pasearás tratando de saber, por el aspecto de la gente, el resultado de estas elecciones. Cargarás con esa ceguera de papeletas, sobres de diferentes colores, matices suaves para saber qué traen los votantes en las manos. Te detendrás de nuevo en tus quehaceres y esperarás. Lo que hayas elegido será lo bueno y lo incorrecto, porque está en el conflicto del mundo el acierto y el engaño. Ya lo decía tu madre cuando tus hermanos te llenaban el plato con sus sobras: ¡hijo mío, si es que no tienes hondón!

Si está prohibido que los barberos afeiten a quien pueda afeitarse por sí mismo, un barbero que fuera único en su pueblo, ¿puede o no puede afeitarse? Es la misma paradoja, como esta nube gris y piedra. Una idea para un relato que empieza en la Plaza del Grano donde están las puertas del cielo. Grises y nubes, las piedras botan sus pecados para rastrillar las suelas del que pasa. Almas en vida y pena. Los resultados.

viernes, 17 de mayo de 2019

Al otro lado del río. (Audio)

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Al otro lado del río. (En Hoy por Hoy León, 17 de mayo de 2019)


Al otro lado del río hemos tenido poca presión en el agua al comienzo de esta semana. En Aguas de León me explicaron que la causa era que había que modificar el trazado de unas tuberías debido a las obras del tren. Agua y tierra, como si me hubieran oído el viernes pasado. Se reía conmigo el empleado de Aguas de León que me atendió, porque le conté que había llamado a un teléfono novecientos que aparecía en la web y que allí me habían dicho que estaría sin agua toda la ciudad de León hasta el jueves. Yo le dije a la persona que me atendió, pero oiga, que yo trabajo en León y en mi lugar de trabajo hay agua. Pues yo aquí lo que tengo es un corte de agua hasta el jueves 16 a las tres, me dijo. Vaya usted a buscar las cubas. Cuando se corta el agua, generalmente, se ponen cubas.

El empleado de Aguas de León se moría de la risa y me explicaba lo de las obras del tren y lo de la tubería y algo me dijo de la presión y de que en los pisos altos es posible que no llegara el agua en momentos de mucho consumo, pero que, en general, no iba a haber una gran afectación. Solo en algunos barrios del río para allá. No llame usted al novecientos, cuando necesite algo que tenga que ver con las aguas, al nueve ocho siete, terminó diciendo.

Así es que la empresa mixta Aguas de León es, en parte, un desastre informando y, en parte, todo precisión. ¿Consistirá en eso la cosa de lo mixto? ¿Eres capaz de adivinar la parte pública y la parte privada?

Al otro lado del río, las obras, el agua escasa en el grifo.

Al otro lado del río, los que nos hemos saltado el puente, esos que no supimos mantenernos del lado bueno. Por eso esta semana anduvimos un poco menos limpios que de costumbre, con alguna legaña escondida en las pestañas —no, eso nunca, que los gatos se lavan divinamente con cuatro gotas—, con una sensación de somnolencia prolongada por el efecto de la falta de la ducha matutina, recordando aquel aseo eterno del hilo de agua escasa de los veranos manchegos de hace tantos años. El fuego de la sed, esa sed de cereal, esa sed de cubos con agua recogida, ese cuidado de cada gota en el lavabo para sacudir la noche. Un cielo de heladas y jofainas, palanganas, tardes de suelo ardiente regado con agua espolvoreada con la mano para asentar el polvo. Otra vida. Un mundo que recordé estos días economizando más agua de la que normalmente ya procuro no gastar. Una imagen del teléfono novecientos tratando de localizar la cuba más cercana. El esperpento insensato de la desinformación deslocalizada. Dígame su nombre para que pueda dirigirme a usted por él.

¿Os acordáis? ¿Os acordáis de cuando bebíamos agua?

sábado, 11 de mayo de 2019

viernes, 10 de mayo de 2019

Cada vez hay menos hipopótamos. (En Hoy por Hoy León, 10 de mayo de 2019)


Hace unos días leí un artículo en un periódico de tirada nacional con este título: La escasez de caca de hipopótamo pone en riesgo la alimentación de millones de personas. Te he dejado un silencio para que lo tragues. ¿A que estás pensando que eso no puede ser, que es imposible que haya millones de personas que se alimenten así? Yo también lo creo y el periodista que firma la información también, aunque nos trate de engañar con el sobreentendido. Lo que realmente sucede es que las deposiciones de estos enormes mamíferos, que se protegen del sol sumergidos en los ríos y lagos africanos, favorecen la proliferación de diatomeas en el agua, con lo que se evita el crecimiento de algas que consuman oxígeno. Es decir, a más hipopótamos, más diatomeas, menos algas y más peces. A más peces, más alimento para otros animales y así seguimos la cadena hasta esos millones de personas cuya alimentación podría estar en riesgo por la ausencia de caca de hipopótamo. ¿Mintió el periodista? No, pero asusta ese modo de manipular la información.

Yo lo he vivido de cerca esta semana, porque he visto una noticia que incluía detalles a mi juicio irrelevantes que además eran falsos. Cuando hablé con la periodista que la publicó, me dijo que ella ponía lo que le habían dicho. Y claro, con escribir “según trascendió” la cosa está resuelta. Es la caca de los hipopótamos. Lo que dice es verdad, porque eso es lo que trascendió, aunque fuese mentira. El problema es que es muy difícil después hacer ver que eso que trascendió no era verdad. Los políticos lo hacen mucho. ¿A que sí?

Las noticias las construyen personas y a las personas, y a los medios para los que trabajan, los llegamos a conocer. Por eso sabemos que no hay millones de seres humanos pendientes de los hipopótamos para poder comer. Por eso sabemos que las noticias que vienen firmadas por tal o por cual periodista debemos tomarlas con pinzas. Por eso elegimos atender a quienes nos parecen solventes. Seguramente es por eso por lo que escuchas Radio León. Aquí esos detalles no se dieron. Ni en otros muchos medios, aunque aquellos detalles “trascendieran”. El verbo trascender tiene acepciones curiosas, por ejemplo: exhalar olor tan vivo y subido, que penetra y se extiende a gran distancia. Huele a algo de eso. No tengo ni idea de cómo es el olor de la caca de hipopótamo, pero es una maravilla que de ella dependa la alimentación de tanta gente. 

Ayer, al terminar de escribir, me fui a ver a Pou al Auditorio. Hacía de capitán Akhab en Moby Dick. De hipopótamo a ballena. Mamíferos y agua limpia.

viernes, 3 de mayo de 2019

Ahora que estoy sin serie. (Audio)

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Ahora que estoy sin serie. (En Hoy por Hoy León, 3 de mayo de 2019)

Talía, es un decir, que veía fantasmas a su alrededor, encontró el modo de espantarlos o, por lo menos, de esconderlos o de dejarlos a un lado sin que los otros la mirasen con recelo y le dijesen que era un bicho raro o que les daba miedo estar con ella. Ella, que veía los fantasmas que la atormentaban, decidió vivir sin ellos y se echó a un lado la melena y enfrentó el frío sabiendo que hay algo en los dobleces exactos de cada día que te saca en el autobús 695 hasta el final de la línea.

Poesía, esa palabra muda que sangra”, escribe Sara R. Gallardo.

Estábamos mirando la catedral desde la terraza. De hecho, solo decíamos que estábamos mirando la catedral desde la terraza. Dos, tres, cuatro, todas las veces diciendo, señalando la dirección en la que mirar la catedral desde la terraza, rodeados de turistas de fin de semana largo madrileño, que hubieran querido ver la catedral como nosotros vimos o dijimos que vimos en ese sol en el que apareció Talía en mis recuerdos rodeada de todos sus fantasmas. Y bailó en el enrejado del parasol, por entre las telas grises y las hojas, como enseñando su daño, si es que hubo un día en el que alguien le sostuvo la espalda mientras se hacía la muerta sobre el agua. Sara —ya te he hablado mucho de ella: es una de mis poetas preferidas, por berciana, por madura, por intensa, por exacta— se desencajó de la conversación, cuando hablé de aquella niña que vivía entre fantasmas, porque hay mundos que duelen un instante permanente.

Estamos todavía a milenios de encontrar el respeto en la palabra exacta que comprenda lo que pasa cuando no todo es tan fácil como decir “estoy sano”. Son brillos que veo en las miradas de algún padre enganchado de miedos y de ausencias, en el amor que evita el parpadeo de la lámpara, en el frío que distorsiona y termina una llamada, la seguridad del mundo cuerdo que concuerda la imposibilidad de toda desviación de la concreta croqueta que se devora en dos bocados o cinco palabras: esto es lo que hay.

Era la Plaza de San Marcelo, unas horas antes. Ya habíamos hablado de poesía en el Instituto. Ya estábamos solo esperando por el tren, cuando dijimos de subir a la terraza. Ya habíamos dicho lo raro que se siente uno sin novela. Ya conté que, a pesar de la fiebre de la moda, en este momento estoy sin serie. No sé decirte. Una vez me sostuviste. Lo sé. Creo que voy a empezar alguna serie noruega: a veces necesitamos nadar entre fantasmas, aunque sean de los otros.

Un candilazo de sol. (Audio)

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