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viernes, 3 de mayo de 2024

Amor omnia vincit. (Audio)

 

Amor omnia vincit. (En Hoy por Hoy León, 3 de mayo de 2024)

    Hoy que es San Felipe, me apetecería darle vueltas a algún asunto que fuese verdaderamente real, y no caer en esa retórica que suele ser de mi gusto y que en muchas ocasiones me saca por el fango de la imaginación, esa otra máquina. Y ya en la primera línea me encuentro con una dificultad sobre la realidad por la cuestión exacta del Felipe que se celebra. ¡Hay más Felipes en el santoral que este del tres de mayo! Pongo por caso el del día veintiséis, que es San Felipe Neri y que lo mismo es más celebrado que el del apóstol. ¡Ay, Felipe de mi alma!, se cantaba en la zarzuela y quedó para exclamación futbolera, desde el famoso gol de Iniesta, la réplica del galán: ¡Mari Pepa de mi vida! ¡Si tan solo en ti pensaba noche y día!

    Un asunto real pudiera ser una cuestión deportiva. De hecho, muchos clubes deportivos llevan la palabra “real” en su nombre y diría que enfocar las cuestiones de la realidad con espíritu deportivo nos ayuda a afrontarlas y pelearlas en una actitud más creativa que la alternativa bélica: prefiero disputar un partido hasta el final que librar una batalla hasta sus últimas consecuencias, como prefiero ser árbitro antes que juez. Pero sí, esta idea del talante deportivo —como se entiende ser deportivo en el rugby o en el tenis por hablar del pleno y el nulo contacto entre contendientes— es un modo de afrontar la realidad que me sugiere progresos. La idea de deportividad, antes que la de… ¿Te quieres creer que me cuesta encontrar un antónimo de deportividad? Lo que pasa es que el propio deporte está perdiendo la deportividad y está ganando terreno cada vez más el fanatismo, que no lo he escrito como opuesto a deportividad, porque no lo es, porque el fanatismo es otra cosa. El fanatismo es un cáncer que destruye todo.

    La visión deportiva de lo real se contamina de fanatismo y nos encontramos en ese fanal que encierra la idea que uno tiene frente a la que pueda venir de cualquier otro. Ese es el territorio de la guerra. Heráclito hablaba de eso, de la guerra como motor en la lucha de los contrarios, pero, a pesar de su mal humor y de su eterna mala uva, yo creo que tenía una visión deportiva de esa lucha, una visión desde el equilibrio, desde la razón, el logos, —que en griego significa también medida—. Fuego que se enciende según medida y que se extingue según medida. Fuego eterno. Lucha deportiva.

    Felipes del mundo, caed bajo el mismo nombre. ¡Uníos! Pasa con las Urracas, que las hubo que fueron reinas y que fueron infantas, que las hubo reinas temerarias y consejeras reales, pero todas las de esa estirpe, leonesas. No me queda claro si hubo Urracas castellanas. De eso te aseguro que no tengo ni idea. Lo que sí que es cierto es que Urraca I fue una reina leonesa. ¿Hacer de esto una cuestión de estado? Puede ser. El estado de cosas nos conduce a una polarización tan exagerada en todos los debates que el cáncer del fanatismo anula toda razón. Pero hay algo que el fanatismo no contempla y es que el amor todo lo puede, incluso la ponzoña cancerosa de lo irracional.