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viernes, 28 de octubre de 2022

Dodecaedro. (Audio)

 

Dodecaedro. (En Hoy por Hoy León, 28 de cotubre de 2022)

 

Detrás de las gafas de sol está todo. Hoy sé que toca contarte lo que me pasa al comprender la muerte de Lolo, pero solo me sale esa frase, que detrás de las gafas de sol está todo. Detrás de las gafas, de las camperas, del color negro, al abrir la puerta y mirar detrás del personaje, podía encontrarse el vacío —hay tantos casos—. Si así fuera, si me dijeras que has abierto esa puerta y has visto el vacío, te diría entonces que el vacío es el todo, porque solo me sale esa frase, que detrás de las gafas de sol está todo.

En cierta ocasión, Paco Alonso, el arquitecto, el mago del adobe, le dijo cuando ya se había ahogado en un delirio de provocaciones: “Lolo, sal de la viñeta”. Era en Tabuyo y, no te lo vas a creer, estábamos hablando de geometría sagrada siguiendo la idea de los pitagóricos, y también de Platón, de que la realidad responde a arquetipos geométricos y que en la medida que esos arquetipos se mantengan en su forma correcta, la realidad se sostiene como debe. “Sal de la viñeta”, le tuvo que decir. Ya te imaginas. Los sólidos platónicos y la armonía de los arquetipos, la sensación de que las cosas se desordenan porque pierden su geometría sustancial.

Ahora que ya estamos en edad de morirnos, te cuento un secreto: siempre estamos en edad de morirnos, pero hay cosas que no se hacen. Uno no se va sin decir adiós, de esa manera tan a lo escarabajo tigre. Sabes que Lolo había estudiado biología y sabía muchas cosas de bichos. Estuvimos armando una novela que tengo escrita y no publicada en la que hablábamos de bichos, los bichos de Lolo —los Demus—, bichos que él dibujó y yo hice vivir. Sabía mucho de bichos y en las cenas de los jueves, después de hacer la tertulia de Localia, a veces nos contaba cosas como que el escarabajo tigre es el animal más rápido del planeta y que cuando se lanza a por una pieza se queda ciego porque se deja el cerebro atrás. Bichos que evolucionaron a monstruos, ideas de una realidad detrás de las gafas, en el vacío de un mundo paralelo.

En las tardes de Armunia te desarmaba con un trazo, desplegaba la melena del León y hablaba y hablaba y enredaba y complicaba y se reía —¡cuánta risa! — y nos parecía que todo era sencillo y fluido, como ensartado por un dodecaedro, que parece ser que es la forma geométrica que puede generar un plan de construcción del universo; un dodecaedro replicante de otras estructuras; un motor de realidad. Hasta que miraba el reloj y se ponía todo serio y llamaba a La Crónica para que le esperasen y se iba corriendo al grito de “tengo que hacer el chiste”. A mí me obligó a volver a escribir. Podría nombrar a más personas, solo que fue él quien me puso tareas, el que me empujó con su dodecaedro creador a entrar en la viñeta y ahuecarme en el fernet de la Ragazzi para inventar La Gocha, es cierto, una revista que nunca se publicó; para inventar los Demus, que están en un cajón semejante; para crear un mundo en el dodecaedro de la belleza y dejar que todo se resuelva en un sencillo fundido a negro.

El círculo del brocal. (Audio)

 

El círculo del brocal. (En Hoy por Hoy, 21 de octubre de 2022)

 

He escrito círculo en el título, “el círculo del brocal”, porque pienso más lo que contiene el brocal, el círculo profundo de la oscuridad, que el brocal mismo; quizá tendría que haber escrito “la boca del pozo”, para dar mejor idea de lo que quiero decir. Solo espero que lo entiendas, que hay algo oscuro a lo que me asomo, un círculo cerrado que se comprende entre las paredes del brocal y que es eso lo que quiero mirar y no veo, lo que me interesa, lo que me habla más allá de la lucidez superficial del pozo visto desde fuera. Lo que se encierra es lo que me interesa desvelar.

Tengo un amigo que colecciona pozos. Ya ves. Otros coleccionan llaveros o insignias de equipos de fútbol. Él colecciona pozos. Pozos en fotografía o en dibujos o en cualquier otra representación. Fíjate que no he dicho fotografías de pozos, porque lo que colecciona son los pozos, no las fotografías, me parece interesante el matiz en el sentido de que ese pozo que aparece representado en la fotografía es lo que atesora mi amigo y no su representación. El pozo, en su ser agujero, ser vacío, es inasible en toda condición. Todas las partes que diríamos que lo conforman son y no son él mismo: la garrucha, la cuerda, el cubo, el propio brocal, el agua misma, son elementos que arropan lo que es verdaderamente el pozo, que ni siquiera lo constituyen, porque sin el vacío del agujero no serían tal pozo o a lo sumo serían un pozo ciego.

Este amigo ha escrito un poemario que ha titulado Travesía. No lo busques. No se trata de vender. No lo vas a encontrar. Está en el pozo de sus deseos y no tiene voluntad de edición. Yo voy a poner un “de momento” en eso, pero bueno, lo dejaremos ahí, en obra de arte sin voluntad de multiplicación. Dice en este libro algo que te quiero leer: “Las teselas del mosaico, las piezas del puzle: un paisaje, la familia, un rincón de la casa, una afición, un color, amigos y enemigos, ausencias, una fragancia, dolor, carcajadas, un sueño y una pesadilla, amor y desamor, dios o varios dioses, o ninguno, trabajo y descanso, el campo florido y el barbecho”. Me ha dado para pensar en mis propias teselas, en los trocitos de vida con los que yo compongo la oscuridad de mi pozo, en esa forma de entendernos como una composición de momentos únicos.

Ayer precisamente, en el aseo de un centro médico al que fui para una consulta, en el agua del retrete, limpia, cristalina, brillaba una moneda, me parece que de veinte céntimos. Pensé que se le habría caído a alguien, aunque me cuesta entender cómo pudo llegar allí, y ahora, mientras te hablo de pozos, me doy cuenta de la cantidad de monedas que la gente echa en los sitios más inverosímiles para pedir ventura y me imagino a un enfermo que acude a una consulta con angustia por las noticias que pueda recibir y lo veo sacando una moneda del monedero para dejarla caer en el inodoro mientras pide con todas sus fuerzas su preciado deseo. Es el agujero oscuro y profundo del pozo. Su irresistible tentación.

viernes, 14 de octubre de 2022

De forma pentagonal. (Audio)

 

De forma pentagonal. (En Hoy por Hoy León, 14 de octubre de 2022)

    La vieja cárcel provincial, la que está abandonada, no la cárcel histórica en la que está ahora el Archivo, sino la moderna, que ya es antigua, vista en Google tiene forma de estrella de mar. Es un deporte, observar la ciudad desde el plano con las fotografías aéreas de Google Maps. Se fija el espacio en un momento del tiempo, de manera que las cosas que pasan se atrapan en el instante en el que pasan cuando precisamente pasa el fotógrafo del Maps. Es verdad que se va actualizando, lo concedo. Aun así, me queda la sensación de que la vida se encierra en la cárcel de lo digital.

    Esa imagen de la estrella de mar encerrando a los presos me conduce a impresiones de paso lento, desmanes de cajas chinas que traen regalos que son cajas que son regalos que son cajas que contienen el vacío. Un universo de muñecas rusas que se autocontienen mintiendo sobre su verdadera esencia. El abrazo de la estrella de mar que recoge en su interior las historias de los presos genera una estampa irreal, un poco en la idea de hacer cárceles, psiquiátricos y escuelas en las que encerrar cualquier posibilidad de cambio. Esa planta en forma de estrella de cinco brazos es un emblema, casi un símbolo de libertad que ya no está en las cárceles modernas construidas en pabellones paralelos que dibujan un armario con sus estanterías para meter cachivaches en cajones atestados. Los cinco brazos de la estrella de mar podían ser un dibujo de esperanza o tal vez una broma de mal gusto, una burla solo a la altura de quien pudiera mirar desde el cielo o conociera el secreto de su construcción. Ya, ya sé que me vas a decir que es una cuestión de control, que no hay ninguna poesía en el asunto, que esa disposición en galerías que parten de un espacio central circular es mucho más práctica si no se tiene un videocontrol técnicamente bien desarrollado. Y puede que sea así, puede. Pero yo elijo ver la estrella de mar, elijo lo distinto. Y, si me apuras, hasta giro un poco el mapa hacia el este y dejo que dos de los brazos sean piernas, un tercero el cuerpo y los otros dos los brazos que abrazan y acogen —o que oprimen hasta quitar el alma—. Elijo el mundo inconstante en el que las imágenes del mapa desvelan caminos siempre por recorrer incluso en el perímetro que imagino de forma pentagonal para el carcelero, aunque en el mapa solo se vea un rectángulo.

    La forma pentagonal que sugiere la estrella trazando rectas de punta a punta es el camino del que vigila el encierro, el camino que parece correcto, el camino que está del otro lado de lo vallado, ese en el que nos sentimos seguros los que nos creemos fuera de toda prisión. El camino de forma pentagonal es el camino de la cordura. Por eso es tentador atrapar la estrella, salirse hacia adentro, escapar fingiendo desequilibrio. Este lunes, a la hora del café, en un Bar de Doctor Fleming, fingían irrealidad decenas de camisetas negras que decían “dale like a la salud mental”. Una estrella de mar y un mar de impulsos por el derecho a crecer en bienestar para salir de cualquier cárcel. 

viernes, 7 de octubre de 2022

Un vector direccional. (Audio)

 

Un vector direccional. (En Hoy por Hoy León, 7 de octubre de 2022)

    Todavía el lunes la Plaza del Grano tenía el olor de la tradición en el ambiente y no es ninguna metáfora, que los carros engalanados llevan su tiro enganchado y ya te digo que quedaba en el aire del lunes un olor importante. Era un tufo asumible, de todos modos. Había ido hasta allí para enseñársela a mis tíos que estaban de visita cultural por León, Zamora y Valladolid, un tour de los de Si hoy es martes, esto es Bélgica, y en esas visitas concentradas la Plaza del Grano nunca cabe, por lo que hay que enseñarla en un extra. Mi tía ni siquiera lo apreció. El mal olor, quiero decir. Estaba encantada con poder verme aquí en León y completamente fascinada con la belleza de la plaza, y eso que ella vive en Almagro, donde puede verse una de las plazas más bonitas de España. Es algo que tiene la Plaza del Grano —volveré a decir que echo de menos las otras piedras—, algo en su alma quizá, algo que viene del ábside de la Iglesia de Nuestra Señora del Mercado, algo que se esconde en los soportales, esa mirada inodora desde el pasado, un flotar que se huele, vuelvo a decir, desde la tradición y la verdad de la gente. Mi tía estaba encantada mirándolo todo y ni tan siquiera le llegó el olor de la historia. Yo aproveché el viaje para mirar con ojos de turista y vi algunas cosas que no me gustaron, pero me las callo por el valor superior de esa bocanada de calma que siempre me deja la plaza. Y eso que la cosa apestaba. Sin hacer daño, pero apestaba.

    Me quedaba pensando en la verdad de la tradición, en su poder para fundamentar y mantener verdades que quizá sean totalmente cuestionables. Quiero decir que, más allá de la fiesta, el sentido de la tradición, yo que sé, subir a la Virgen del Camino a comer morcilla y comprar avellanas, o participar en la ceremonia de Las Cantaderas y revivir la negativa del pueblo leonés a entregar a sus doncellas o portar los pendones o cualquier otra de estas tradiciones leonesas que se disfrutan y recuerdan estos días, la verdad que se sostiene es la de la identidad de lo leonés, el vector de convergencia que señala la dirección de lo leonés, como otros vectores señalan en sus tradiciones el ser castellano o ser manchego. Ser lo que se es, por diferencia de los otros, necesita de un armamento cultural, una tradición sostenida en la historia, porque el cimiento sólido de lo que se es viene determinado por lo que se ha sido. En Toledo hablan de los TTV, los toledanos de toda la vida que mantienen sus tradiciones y las enseñan en los días de fiesta como aquí, como en todas partes. Un vector direccional. Lo que marca el camino.

    Me pregunto si sería un exceso de fervor leonesista lo que llevó a un joven a robar la bandera que conmemora la festividad de la Guardia Civil que se había izado en la catedral el mismo lunes. Me pregunto si fue el olor potente, pero soportable, que quedó en la Plaza del Grano después de tanta tradición lo que le impulsó a recoger la bandera de España y llevársela a su casa. O si fue cosa de un no hay lo que hay que tener de unos amigos encendidos. Es lo que tienen los vectores, que pueden indicar una dirección o cualquier otra.