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viernes, 14 de octubre de 2022

De forma pentagonal. (En Hoy por Hoy León, 14 de octubre de 2022)

    La vieja cárcel provincial, la que está abandonada, no la cárcel histórica en la que está ahora el Archivo, sino la moderna, que ya es antigua, vista en Google tiene forma de estrella de mar. Es un deporte, observar la ciudad desde el plano con las fotografías aéreas de Google Maps. Se fija el espacio en un momento del tiempo, de manera que las cosas que pasan se atrapan en el instante en el que pasan cuando precisamente pasa el fotógrafo del Maps. Es verdad que se va actualizando, lo concedo. Aun así, me queda la sensación de que la vida se encierra en la cárcel de lo digital.

    Esa imagen de la estrella de mar encerrando a los presos me conduce a impresiones de paso lento, desmanes de cajas chinas que traen regalos que son cajas que son regalos que son cajas que contienen el vacío. Un universo de muñecas rusas que se autocontienen mintiendo sobre su verdadera esencia. El abrazo de la estrella de mar que recoge en su interior las historias de los presos genera una estampa irreal, un poco en la idea de hacer cárceles, psiquiátricos y escuelas en las que encerrar cualquier posibilidad de cambio. Esa planta en forma de estrella de cinco brazos es un emblema, casi un símbolo de libertad que ya no está en las cárceles modernas construidas en pabellones paralelos que dibujan un armario con sus estanterías para meter cachivaches en cajones atestados. Los cinco brazos de la estrella de mar podían ser un dibujo de esperanza o tal vez una broma de mal gusto, una burla solo a la altura de quien pudiera mirar desde el cielo o conociera el secreto de su construcción. Ya, ya sé que me vas a decir que es una cuestión de control, que no hay ninguna poesía en el asunto, que esa disposición en galerías que parten de un espacio central circular es mucho más práctica si no se tiene un videocontrol técnicamente bien desarrollado. Y puede que sea así, puede. Pero yo elijo ver la estrella de mar, elijo lo distinto. Y, si me apuras, hasta giro un poco el mapa hacia el este y dejo que dos de los brazos sean piernas, un tercero el cuerpo y los otros dos los brazos que abrazan y acogen —o que oprimen hasta quitar el alma—. Elijo el mundo inconstante en el que las imágenes del mapa desvelan caminos siempre por recorrer incluso en el perímetro que imagino de forma pentagonal para el carcelero, aunque en el mapa solo se vea un rectángulo.

    La forma pentagonal que sugiere la estrella trazando rectas de punta a punta es el camino del que vigila el encierro, el camino que parece correcto, el camino que está del otro lado de lo vallado, ese en el que nos sentimos seguros los que nos creemos fuera de toda prisión. El camino de forma pentagonal es el camino de la cordura. Por eso es tentador atrapar la estrella, salirse hacia adentro, escapar fingiendo desequilibrio. Este lunes, a la hora del café, en un Bar de Doctor Fleming, fingían irrealidad decenas de camisetas negras que decían “dale like a la salud mental”. Una estrella de mar y un mar de impulsos por el derecho a crecer en bienestar para salir de cualquier cárcel. 

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