Las
organizaciones humanas son caóticas. No soportan la rigidez, ni el azar puro. Viven
en el filo del desorden, en el límite del caos, y es ahí en donde encuentran
sentido. La vida, ese desmoronamiento, se organiza en el desvelo de la no
permanencia. Ese espíritu tenso en el que se resuelve la realidad es a la vez
orden y desorden y por eso lo humano emerge en el caos. Lo dicen de la propia
conciencia algunos neuro-psicólogos: aparece como un efecto del modo caótico en
el que se organiza la sinapsis neuronal. Es la nube.
Ayer me decía un
amigo que él está solo porque le duele el amor, porque ha padecido tanto el
amor, que ahora que se siente nonagenario, no está en condiciones de sufrir más
y quiere vivir en calma, con la idea presente del desvanecimiento del tiempo en
un ahora eterno. Es verdad que el tiempo nos desgasta, que el único modo de
escaparnos de su corrosivo transcurrir es negarlo. Ahora yo digo ahora, hablo
ahora, soy ahora y ese ahora durativo me desmiente, que no hay instante que
describa este instante, como no hay momento que no sea este. ¡Qué brutal
paradoja! ¡La misma que escribe el convivir del orden y el caos! ¡Si no fuera
por la certeza de la muerte, me quitaría la vida!, dijo. Es el gris.
La paradoja,
esta o cualquier otra, es la base de lo humano. La condición de toda
organización es la inconsistencia. La inconsistencia o la completud, porque,
como sabes, nunca admitiría pertenecer a un club que me admitiese como socio. O
dicho de otro modo: ¿qué pasa cuando decimos “esta proposición es falsa”? Si es
falsa, es verdadera y si es verdadera, es falsa. Por eso no me creí nada de
aquello de cerrar las puertas al amor, porque el orden y el desorden, el sí y
el no, están en la base de todas las verdades. Es la piedra.
Todo orden es
caótico y todo lo caótico está ordenado. Nube, gris y piedra. El domingo otra vez te levantarás temprano,
tan temprano que a esa hora tuya de la siesta, cuando estén abriéndote las
urnas, dejarás el voto que tanto has repensado y te pasearás tratando de saber,
por el aspecto de la gente, el resultado de estas elecciones. Cargarás con esa
ceguera de papeletas, sobres de diferentes colores, matices suaves para saber qué
traen los votantes en las manos. Te detendrás de nuevo en tus quehaceres y
esperarás. Lo que hayas elegido será lo bueno y lo incorrecto, porque está en
el conflicto del mundo el acierto y el engaño. Ya lo decía tu madre cuando tus
hermanos te llenaban el plato con sus sobras: ¡hijo mío, si es que no tienes
hondón!
Si está prohibido que
los barberos afeiten a quien pueda afeitarse por sí mismo, un barbero que fuera
único en su pueblo, ¿puede o no puede afeitarse? Es la misma paradoja, como
esta nube gris y piedra. Una idea para un relato que empieza en la Plaza del
Grano donde están las puertas del cielo. Grises y nubes, las piedras botan sus
pecados para rastrillar las suelas del que pasa. Almas en vida y pena. Los
resultados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario