Hace unos días leí un artículo en un
periódico de tirada nacional con este título: La escasez de caca de hipopótamo pone en riesgo la alimentación de
millones de personas. Te he dejado un silencio para que lo tragues. ¿A que
estás pensando que eso no puede ser, que es imposible que haya millones de
personas que se alimenten así? Yo también lo creo y el periodista que firma la
información también, aunque nos trate de engañar con el sobreentendido. Lo que
realmente sucede es que las deposiciones de estos enormes mamíferos, que se
protegen del sol sumergidos en los ríos y lagos africanos, favorecen la
proliferación de diatomeas en el agua, con lo que se evita el crecimiento de
algas que consuman oxígeno. Es decir, a más hipopótamos, más diatomeas, menos
algas y más peces. A más peces, más alimento para otros animales y así seguimos
la cadena hasta esos millones de personas cuya alimentación podría estar en
riesgo por la ausencia de caca de hipopótamo. ¿Mintió el periodista? No, pero
asusta ese modo de manipular la información.
Yo lo he vivido de cerca esta
semana, porque he visto una noticia que incluía detalles a mi juicio irrelevantes
que además eran falsos. Cuando hablé con la periodista que la publicó, me dijo
que ella ponía lo que le habían dicho. Y claro, con escribir “según trascendió”
la cosa está resuelta. Es la caca de los hipopótamos. Lo que dice es verdad,
porque eso es lo que trascendió, aunque fuese mentira. El problema es que es
muy difícil después hacer ver que eso que trascendió no era verdad. Los
políticos lo hacen mucho. ¿A que sí?
Las noticias las construyen personas
y a las personas, y a los medios para los que trabajan, los llegamos a conocer.
Por eso sabemos que no hay millones de seres humanos pendientes de los
hipopótamos para poder comer. Por eso sabemos que las noticias que vienen
firmadas por tal o por cual periodista debemos tomarlas con pinzas. Por eso
elegimos atender a quienes nos parecen solventes. Seguramente es por eso por lo
que escuchas Radio León. Aquí esos detalles no se dieron. Ni en otros muchos
medios, aunque aquellos detalles “trascendieran”. El verbo trascender tiene
acepciones curiosas, por ejemplo: exhalar
olor tan vivo y subido, que penetra y se extiende a gran distancia. Huele a
algo de eso. No tengo ni idea de cómo es el olor de la caca de hipopótamo, pero
es una maravilla que de ella dependa la alimentación de tanta gente.
Ayer, al
terminar de escribir, me fui a ver a Pou al Auditorio. Hacía de capitán Akhab en
Moby Dick. De hipopótamo a ballena. Mamíferos y agua limpia.
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