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jueves, 7 de febrero de 2013

Sobresaltos y sobresueldos. (En Hoy por Hoy León. 1 de febrero de 2013)


Si hace quince días eran candelabros, hoy tocan las velas. Cada palo que aguante su vela. Se ve que no imaginaba Dolores de Cospedal que la cerería estaba abierta y el repartidor tenía preparado un listado de entregas tan llamativo.

Así es que aquí estamos los ciudadanos, perplejos. Hay una novela que les recomiendo, si les gusta la novela negra. “Liquidación Final” de Petros Márkaris. Otra del detective Kostas Jaritos, en la que el comisario se tiene que enfrentar a una serie de crímenes cometidos por un asesino que se hace llamar “El Recaudador Nacional”. Este Recaudador no asesina a cualquiera, sino que escoge sus víctimas por su grado de corrupción, exigiéndoles que devuelvan al país lo que han estafado al fisco, si no quieren ser objeto de una liquidación final: su asesinato. La verdad es que la novela es sobrecogedora, porque Márkaris describe una sociedad griega deprimida, angustiada y abocada al desánimo. Claro que es solo una novela y en Grecia no hay las cifras de paro que tenemos en España. Me hace gracia pensar en este país que nos cuenta Márkaris y recordar la alarma de Esperanza Aguirre cuando clamaba contra la helenización de España.

Y estamos todos tranquilos, como Rajoy. A eso de las diez de la mañana, señoras de mediana edad o de edad ya avanzada irán a sus clases de gimnasia de mantenimiento en los bajos del Palacio de los Deportes y en la Avenida Sáenz de Miera circularán los coches como si nada. Se detendrán en un semáforo y mirarán cómo se esfuerzan las señoras por seguir las indicaciones de su instructora. Pasarán por delante del Parque de Bomberos, ese que tanto da que hablar, y dejarán a la izquierda el edificio de los Juzgados, con la sensación de que la justicia funciona igual para todos y que lo mismo castiga a quien falsifica un tiquet de la hora, a quien utiliza una tarjeta ajena para comprar en un supermercado o a quien se lo monta con facturas sin IVA o cobrando sobres con sueldos que no pagan IRPF. Prácticas tal vez habituales en muchas empresas españolas, no digo yo que también se practicasen en el PP, porque es verdad que lo que publicó El País tal vez no sirva como prueba en un tribunal, pero ¿no creen que ya es hora de que no nos hagamos más los tontos? ¿No creen que ha llegado el momento de decir que, si las cosas son lo que parecen, es mejor intentar una solución drástica? El problema es que se nos hierve la espuma en la boca y ni siquiera gritamos y ese vacío, esa falta de impulso, es utilizado por quienes nos gobiernan para negar las cosas y establecer como verdad la realidad que les conviene, sea o no sea auténtica. O peor aún, aparece la tentación de soluciones por la vía rápida que solo conducen al totalitarismo y al populismo, pero que no resuelven los problemas. Es más, se corre el riesgo de confundir los términos y hacer de una liquidación final, una “solución final”.

No hay sitio ya en la cola de los indignados. Ya no se cabe. Ahora hace falta cambiar las cosas. Y está ocurriendo, porque lo que antes pasaba inadvertido, ahora se subraya, como hizo ayer Radio León con el asunto de las retribuciones en el Ayuntamiento. No hay nada ilegal en ellas, no hay nada raro. No estoy uniendo una cosa con la otra, pero sumen, sepan lo que hay. Pasen y vean. Y dejen de mirar por los cristales.

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