Ella dijo que son cosas que no hay que contar y que
conste que no acostumbro a discutir lo que dice, porque uno va sabiendo a quien
y cuando se le deben discutir según qué cosas, pero esta vez no voy a hacerle
caso y lo voy a decir, aunque no sea un tema estrictamente de León y se escape
un poco al contenido de esta columna.
Ocurrió hace ya algunos días. La Reina Doña Sofía
visitó en Madrid la Fundación Bobath, un centro dedicado al tratamiento
integral de las personas afectadas de parálisis y daño cerebral, que se ocupa
de la atención temprana a niños, pero que también tiene un colegio en el que
pueden estudiar. El martes conocí a dos chicos que este año se gradúan en
Secundaria. La Fundación tiene, además del Colegio de Educación Especial y el
Centro de Atención Temprana, un Centro de Día, un Centro de Formación en el
Concepto Bobath dirigido a profesionales y un Centro de Investigación en el
Concepto Bobath. La Presidenta de la Fundación, Luisa Fúnez, es esa mujer de la
que hoy les hablo, alguien con quien no les recomiendo discutir. Precisamente la
de hoy es una tarde especial para ella, pero eso sí que son cosas que no les
voy a contar.
Así es que ocurrió, como les digo, el pasado 28 de
mayo, cuando la Reina hizo esta visita. Demostró eso que tantas veces se ha
dicho de ella, que es una profesional. Precisamente en estos momentos en los
que tanto llueve sobre la Monarquía, la Institución necesita mostrar su cara
más íntegra. Su Majestad se interesó por los aspectos más básicos del
funcionamiento del Centro, la atención, el compromiso del equipo de personas
que trabaja todos los días con una realidad tan impactante para los que
desconocen el problema, la tipología de niños afectados, preguntas que
evidenciaban una preparación soberana del tema. Pero es que más allá de las
cuestiones técnicas, Doña Sofía se acercó a los niños, estuvo con ellos, los
tomó por las manos, les habló, se llevó un dibujo en el que aparece ella subida
a un columpio mientras el propio niño que lo dibujó la está columpiando.
Conoció a una niña inmigrante con la que sale en una de las fotos más bonitas
que he visto, una imagen de la alegría de sentirse atendido, eso que siempre
saben dar estos niños. La alegría de un niño que se sabe protegido, cuidado, querido.
Se llevó muchas cartas la Reina, cartas escritas como las que en invierno se
escriben a los Reyes Magos. Me consta que ha contestado algunas. Entre otras la
de esa niña de la foto, esa niña inmigrante que está compartiendo casa con doce
personas en un piso de sesenta metros, que tiene que operarse en un Sanatorio
privado porque la red pública de salud no tiene soluciones para ella, una
sombra que legalmente no existe. Solo que, y esas son las cosas que según Luisa
no se dicen, los médicos que la van a operar no cobrarán por su trabajo y los
gastos del sanatorio correrán a cargo de la Fundación. La Reina ya le ha
escrito y le ha dicho que en breve encontrará una solución al problema de la
casa. ¿Ven? Hay soluciones. Hasta para las situaciones más difíciles
encontramos soluciones, si tenemos voluntad para arreglar las cosas.
Aquí en León lo hemos visto también. Lo han hecho con
el autobús de ASPACE. Lolo sabe del asunto, pregúntenle cuando venga a la
tertulia y Dani Martínez, el cómico, que ha movido el asunto en la Fundación
Inocente Inocente. Sí, es lo que tiene la risa, que es capaz de arreglar
muchísimas cosas.
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