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sábado, 31 de mayo de 2025
Si te he visto no me acuerdo. (En Hoy por Hoy León 30 de mayo de 2025)
Parece
que ni mesas ni manifestaciones ni nada de nada. La noticia del cierre de la
azucarera de La Bañeza es una marca más en la piel de León, otra herida que nos
dirán que se va a restañar con recolocaciones y con inversiones, como ocurrió
cuando se cerró Veguellina, otra herida que dejará sangrando el tejido
productivo de la provincia, casi exangüe ya de tanta laceración.
Desde
la Junta se esfuerzan en explicar que las subvenciones de dinero público que se
han dado a la empresa no han ido a La Bañeza, sino a Toro y a Miranda que,
curiosamente, son los centros en los que la dueña de la azucarera ha anunciado
que va a mantener actividad. Fíjate que no me vale ese detalle, que pienso que
las subvenciones de la Junta han servido para apoyar la actividad de la empresa
en su conjunto. Pero eso es algo que ya tenemos muy visto: empresas apoyadas
por dinero público que en el primer contratiempo escapan por la gatera con un
gesto inequívoco que dice que si te he visto no me acuerdo.
Y
aquí en León a producir más remolacha que nadie y a llevarla a Toro en la
próxima campaña. Me acuerdo cuando cerraron Veguellina que hablábamos en la
radio de las procesiones de remolques cargados de remolacha, de una especie de mística
de la agricultura y una oyente nos llamó para decir que sí, que todo muy
bonito, pero que también había que hablar de la peste de la melaza. Pues se
acabó esa peste también en La Bañeza. Ahora viene otra. Esa otra peste que no huele,
pero envenena. Y sí. La mayoría de los responsables no lo dirán, pero lo
pensarán para sí: ante tamaña dificultad, si te he visto, no me acuerdo.
Y
la cosa es que el azúcar ha sido un símbolo de bienestar hasta que se ha colado
la idea de que es el mayor veneno que podemos ingerir. No sé si eso será
verdad. Tampoco sé si las condiciones del mercado obligan a la dueña de la
azucarera a recortar de este modo su estructura, pero sí que creo que la
compañía tiene otros intereses que le resultan más rentables. En fin. Como
diría Celia Cruz… ¡Azúcar!
lunes, 26 de mayo de 2025
De tripas corazón. (En Hoy por Hoy León, 23 de mayo de 2025)
Me
decía un amigo muy comprometido con la Feria del Libro de León que la idea de
este año de dedicarla a la gastronomía había sido una buena idea, pero que
quizá esa misma idea había impedido la presencia de más figuras de relumbrón,
autores mediáticos de los que arrastran a la mayoría de los que consumen libros.
Es verdad que la literatura —en general los libros— parece que se estuviera
transformando, como todo, en un producto más en el estante del mercado infinito
y un producto ligado al éxito previo en las redes sociales de quien firma la
obra. Lo decían muy bien hace un par de semanas en el Mitos2.0. Desmontando
la Vida de Hoy por Hoy: «antes los escritores buscaban editoriales
en las que publicar, pero ahora son las editoriales las que buscan personas
famosas que escriban libros». Lo que menos importa es la calidad de la obra:
por encima de todo está la viabilidad del producto.
Así
es que creo que este viraje hacia la gastronomía de la organización de la Feria
del Libro de León es un modo de masticar el fenómeno, algo así como hacer
literalmente de tripas corazón, colocar en las tripas el corazón.
Ya,
ya. Ya sé que me vas a decir que esta tarde vienen pesos pesados y que te da
mucha rabia no poder estar en lo de María Oruña, que el ciclo León en negro
es estupendo y que las iniciativas, las ideas que recorren la programación
abriendo puertas a acciones distintas que la presentación del libro y la firma de
quien lo ha escrito son un hallazgo. Pues es eso que te digo: se trata de hacer
de tripas corazón y recolocar los libros para que no sean solo un objeto de
veneración por la fama de la persona que lo ha escrito. Atrapar la sombra de la
fama, del éxito mediático a través del producto es la idea base del comercio de
la cultura en el mercado de hoy.
Otra
cosa es lo de Espacio Factor y La Casona de San Feliz. Ahí se
mueve un duende que no sé si piensa mucho en productos para el mercado. Me da
que solo ve a las personas y sus obras. Este no hace de tripas corazón, sino
que es impulso, es tripa pura, corazón inmenso.
martes, 20 de mayo de 2025
Como una pera. (En Hoy por Hoy León, 16 de mayo de 2025)
En
una entrega de su Onda Incendiada que me hizo llorar dejó escrito Juanmi
que yo estaría ausente un tiempo y que volvería después de las primeras nieves.
¡Y ya ves cuánta razón! Después de las primeras nieves, solo que mucho después.
Gracias, Juanmi, por todas las palabras tan hermosas con las que hablaste de mí
aquel día.
Supongo
que te lo imaginas, que de algún modo sabes que todo este tiempo de silencio ha
tenido que ver con mi estado de salud. He pasado un bache de esos que te incapacitan.
Hasta el punto de que en buena parte de este tiempo no he tenido fuerzas, no te
digo ya para escribir o trabajar en el ordenador, sino tan siquiera para leer o
ver series en la televisión. Ha sido un tiempo duro. Un tiempo para dejar de
ser a secas y aprender a ser paciente. Dejar de ser uno y ser el paciente de la
233 y dejarse llevar por el vaivén del tren de Cercanías arañando la ventana,
una luz roja que se pierde en el cielo; cerrar los ojos y esperar
pacientemente, dejarse hacer, abandonarse. Ser paciente una y otra vez. En las
máquinas, en los exámenes, con las agujas. Dejarse hacer con paciencia.
Mantener activa la convicción de la sanación. Y poner el foco solo en eso. Eso
es lo que he hecho, abandonarme a mi propia sanación, sin dejar ni un resquicio
para ninguna otra cosa. Por eso tuve que dejar de escribir.
No
me gusta hablar del cáncer en términos de batalla o de disputa deportiva. Ganar
o perder no son términos correctos. Eso queda para la Cultural mañana en el
Toralín. Yo he vivido esta experiencia como una más de las que he tenido que
vivir en mi vida y he querido integrarla en mi propio crecimiento para sentirme
tan sano como una pera. A pesar de que todavía no estoy al cien por cien, que
mi recuperación es lenta, que la sombra de la recaída está siempre en el umbral
de la puerta —a pesar de todas esas minucias— me siento fuerte como un roble,
como me sentí en la UCI cuando tenía colgados de los brazos más artilugios que
un árbol de navidad. Con la convicción paciente de la sanación. No es una
pelea, no es una competición. Es la vida que te obliga a parar y darte cuenta.