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viernes, 15 de enero de 2021

Miocardio. (En Hoy por Hoy León, 15 de enero de 2021)

    Si todo estuviera fabricado con el tejido del corazón, el latido del mundo sería automático, el pulso de las cosas sería evidente. Pero no. Tenemos que buscarlo.

    Me vas a decir que los excesos de las fiestas, estas Navidades en las que según algún experto nos lo hemos pasado mejor de lo que debíamos, han hecho estragos en mi cerebro y ya no rijo, pero yo te lo cuento, y no es porque me haya empezado a interesar por algo tan peculiar como el entrelazamiento cuántico, no, es que sencillamente me ha ocurrido, he notado el palpitar del mundo. Es un poco raro, lo comprendo. Trataré de explicártelo: noto la conexión entre objetos que están separados y me parece que todo lo que hay participa de un entrelazamiento que funciona por debajo de la apariencia macroscópica de las cosas. No es nuevo. Hay otros que ya lo han pensado antes de que yo me dé cuenta y me dirás que para qué te vengo con esas ahora. No sé. Sinceramente no lo sé. Es solo que tengo la necesidad de contártelo.

    En la canción que escucho, en el grito que me llega de la calle, en la arruga de la sábana que se me marca en la sien como un falso disparo, el mismo pálpito, la misma latencia. El tejido del universo mostrando su armonía y su desastre con la misma inercia automática que los tejidos del corazón: un miocardio universal.

    Fíjate, el lunes que viene es eso que desde hace algunos años se llama Blue Monday. Es el tercer lunes de enero, el día más tiste del año, ese en el que según Cliff Arnall, otro Cliff, no el Cliff que sabe de la conexión entre las cosas, se dan las circunstancias perfectas para que nos sintamos más tristes que en ningún otro día del año. Díselo a Óscar de Café Quijano o a Guardiola, el entrenador de fútbol, que están de cumpleaños. Un dieciocho de enero nació Cary Grant: no sé si era lunes. Decir lunes triste y cumpleaños sería la misma cosa si los tejidos internos de los sistemas cuánticos no se abrazaran.

    El martes pasado no era el día más triste del año. Ni siquiera el más frío. La Junta tomó la decisión de no permitir la atención al público en el interior de bares y restaurantes y hubo un movimiento de espasmo que llevó a la calle a muchos que no hubieran tenido intención de salir ese día. Una especie de colapso en el miocardio del martes. Aquí en León lo vimos: un gesto de agarrar en el aire la última bocanada de una cierta libertad. El deseo de divertirse más de la cuenta conectado al miedo a que se contagien más personas de la cuenta. La maldita cuenta. La perversa cuenta que reduce a números los nombres de las personas que sufren y que nos colocan en la indiferencia de la sobreinformación. Sí. Aunque no lo palpes día a día, por contradecir a Lewis Carroll, siempre es tu cumpleaños. Feliz cumpleaños cada día que late el músculo del corazón del mundo. Miocardio feliz el lunes próximo, como el martes pasado.

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