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viernes, 22 de enero de 2021

Pericardio. (En Hoy por Hoy León, 22 de enero de 2021)

     Este mes de enero va a ser el mes del corazón, por lo menos en este rincón del viernes en el que estamos. No sé por qué nos habíamos hecho a la idea de que el año nuevo nos traería algo distinto, pensando naturalmente en algo mejor que todo lo que hemos tenido que vivir en el año veinte. Creo que es un defecto de fábrica que trae el ser humano y que se llama ilusión, o esperanza o sencillamente ingenuidad. No hay nada distinto en el veinte a lo que hay en el veintiuno, porque son la misma cosa. Ya lo decíamos el viernes pasado, el universo es uno y todo objeto que hay en él se afecta de todos los demás y los afecta.

    La afección es el afecto, pero no la afectación. Afectarse mutuamente es quererse, tenerse afecto, pero también enfermarse, porque es afección. La mezcla de las ideas de afición, inclinación y apego como sinónimos de afección, a la vez que sabemos que una afección es algo que no anda bien por nuestro cuerpo, me hace pensar en el amor como un daño, un quebranto de la salud. Entregar el corazón es morirse, pero es que amar es dar la vida. Hacer con el corazón, desde el corazón, por el corazón, es entregar y entregarse. Deshacerse, ¿por qué no? Deshacerse en el hueco de la piel del otro, como esa pizca de azúcar que, sin afectar apenas la amargura del café, lo transforma, lo modifica y lo convierte en algo que no es la pureza del primer sorbo del día, oscuro en el momento de encender la mañana. Es más deseable girar el interruptor de la vida con unos gramos de dulzura deshechos en el interior.

    Nos decíamos ayer en una reunión de trabajo que reconocer lo que la sociedad nos da reconociendo a los que trabajan desinteresadamente por la sociedad es concordar, acordar, encordar, colocar en el corazón el centro de atención de lo que se hace. Pusimos un corazón de colores encima de la mesa, un corazón que todavía está pendiente de entrega, porque se iba a entregar a Ana Gaitero en marzo del año pasado, fíjate qué fecha, por su trabajo en Diario de León y su compromiso con los leoneses. Todavía está por ahí, envuelto en su celofán, esperando el momento en el que llegue el día en el que Ana pueda recogerlo y podamos hacer una fiesta que lo celebre. Podríamos hacer algo virtual que tanto se lleva ahora, pero nada que sea del corazón puede funcionar virtualmente. Estuvimos hablando de ello ayer y yo me quedé mirando el corazón envuelto en plástico y pensé precisamente en el pericardio, en esa bolsa que envuelve el corazón, esa especie de saco de dos capas que es la funda de nuestros latidos. Se me ocurrió pensar que si el corazón es el órgano en el que dibujamos las emociones, se ve que el pericardio es la bolsa del amor, el papel de regalo de los afectos. Y lo sorprendente es que tiene dos capas: pericardio visceral y parietal. Para mí que la de dentro es la que importa, aunque seguro que la otra también es de la máxima importancia, solo que me priva pensar que, pegado a mi corazón, tengo un halo de pericardio visceral.

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