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viernes, 20 de enero de 2023

Fractal. (En Hoy por Hoy León, 20 de enero de 2023)

    La medida de todas las cosas depende del tamaño de la regla con que se mida. Si nos parásemos a medir la longitud de la costa cantábrica con una cinta kilométrica, la distancia que nos saldría como resultado sería mucho menor que la que obtendríamos de medirla con una regla de las que usan los muchachos para dibujar. Me parece que ese es un principio para todas las cosas, que la medida está en el medidor.
    

    El problema surge si queremos saber con la mayor precisión posible la medida de las cosas y esas cosas no tienen formas geométricas: no son circunferencias, ni paralelogramos, ni objetos por el estilo en los que el perímetro se conforma de manera regular. Hasta en la circunferencia nos encontramos con un cierto problema de exactitud al entrar en juego el número “pi”. En la vida no hay líneas rectas. Todo es sinuoso, quebrado, tortuoso. Observas la naturaleza y te das cuenta de que esa ausencia de regularidad es quizá lo que procura su belleza. Y, curiosamente, dicen algunos matemáticos que si analizamos en profundidad esos objetos irregulares podemos encontrar en ellos una regularidad íntima que nos permite pensarlos en términos geométricos. Es, si no ando muy confundido, lo que se llama teoría de los fractales.

    Un fractal es un objeto que de algún modo se autocontiene. No sé si eso está bien dicho, pero el caso es que en los fractales hay un todo estructural que se repite en cada una de sus partes. Piensa en una coliflor. Si te fijas, cada ramita de la coliflor es una coliflor y cada ramita de la ramita es también una coliflor. Vamos, no es una coliflor, pero tiene esa forma. Me vas a decir que a qué viene eso de los fractales y es que creo que la nieve tiene esa característica. No sé si de un modo perfecto, pero me parece que los copos de nieve son copos de nieve de copos de nieve de copos de nieve. Y así seguiría hasta que cuajara. Y pensé en los fractales desde el momento mismo en que cayeron las primeras chispitas el martes y disfruté de su fractal presencia el miércoles desde la mi ventana, mirando cómo los niños se deslizaban en trineos improvisados en la ladera que lleva al río, llenando de risas y juegos una zona verde que casi siempre está vacía en la soledad del sauce llorón que parece examinarlo todo con su aire de pena.

    Diría que el sauce llorón también tiene carácter fractal. Mi pensamiento se hace fractal mientras te pienso y me doy cuenta de que se autocontiene. Un dentista con dolor de muelas diciendo que lo más hermoso de la nieve es el silencio, gente que nunca pertenecería a un club que les admitiese como socios. El silencio de la nieve. El silencio de la nevada, que no el de después con las risas de los bolazos y los trineos. ¡Cómo te reías cuando vimos ese muñeco de nieve que era otra cosa! Un muñeco de nieve fractal. Por cierto, que fractal viene de fractura, en latín fractus. No sé cómo de fractal es lo que viene de Fabero y ese movimiento de tierras que parece que abre grietas. Fracturas como si se te saliera el brazo lanzando una bola de nieve con tu mano buena.


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