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viernes, 13 de enero de 2023

Paralelas. (En Hoy por Hoy León, 13 de enero de 2023)

    Ayer, cuando me senté a pensar en lo que me apetecía contarte hoy, solamente tenía dos palabras en mi cuaderno: ombligo y paralelas. Ombligo, porque he escuchado hace poco decir a alguien que le gusta ver ombligos, que se fija mucho en ellos porque, dice que ella, me parece que era una mujer, no tiene ombligo y por eso le producen mucha curiosidad. De por qué tengo anotada la palabra “paralelas” en mi cuaderno no sé decirte. Pero tengo la seguridad de que, mientras hablo contigo, aparecerá el sentido que ahora no veo.

    Me parece imposible que alguien no tenga ombligo. Me parece que se debe tratar de una metáfora o de una hipérbole. La hipérbole en la medida que lo que quería decir ella es que tiene un ombligo muy pequeño o uno de esos pequeños nudos que se pusieron de moda en los setenta y que dejó muchas barriguitas con botón en lugar de agujero, una moda que bien pudo marcar a toda una generación. En ese sentido decir que no tiene ombligo sería una exageración. La metáfora me resulta más interesante, porque vendría a decir que no tener ombligo es no mirar para sí. Hay personas que son el ombligo del mundo, que son todo ombligo, que se pasan el día mirándose el ombligo y esta metáfora tan sedosa, casi una sinécdoque inversa en la que más que nombrar el todo por la parte se nombra la parte desde la nada, la ausencia, el vacío, aunque ese vacío se pudiera interpretar como un todo. No tengo ombligo querría decir en ese sentido “no soy pretenciosa” y me gusta mirar los ombligos de los otros, “soy una persona solidaria”.

    Ahora que se abre la veda de las candidaturas para las elecciones municipales de mayo se exponen los ombligos, aparecen como si estuviésemos en la playa y vemos los ombligos de unos y otros. Su presencia, su enormidad, su ausencia, su insignificancia. Ser candidato ombligo o ser candidato nudito. En cualquier caso, se trata de una exposición.
Pero a estas alturas de la charla sigo sin ver lo que quiere decir “paralelas” en este contexto. Creo que es solamente un corolario de aquel teorema del punto gordo que expusimos cuando hablábamos de la tangente. La idea de que dos rectas paralelas tienen un punto en común siempre y cuando este sea suficientemente gordo. Creo que es de eso de lo que me habla mi cuaderno, de que el ombligo, cuando es lo bastante grande, puede unir rectas que no tuvieran puntos en común, que en fotos de azul y rojo, pudieran unirse rectas paralelas a base sencillamente de ombligo.

    Y eso que cuando miro las vías del tren en una recta comprendo que dos líneas paralelas solo tienen un punto en común cuando se cruzan allí en el infinito, eso que algunos llaman punto de fuga. A lo mejor es eso, que en esta época de candidaturas se hace omnipresente el ombligo infinito que une rectas paralelas.

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