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martes, 4 de julio de 2023

Factor. (En Hoy por Hoy León, 23 de junio de 2023)

    Ya has notado que es verano. Lo traes en la ropa y en el vuelo de tus pasos, con esa tenacidad con la que se hacen las cosas que se quieren hacer, esa que dicen en Roland Garros que es la que da la victoria, porque hay cosas que se hacen y cosas que se hacen porque se quieren hacer y el verano nos trae esa forma tenaz de dar los pasos, un modo de expresar nuestra “voluntad de hacer” a pesar de todo y contra todo; porque el impulso inmediato del verano es un “no hacer”. En cambio, te mueves con esa decidida tenacidad de la victoria.

    «La victoria pertenece a los tenaces» —esa es mi traducción, que puede que no sea la adecuada— se lee en inglés y en francés en ese estadio de tenis en el que se juega el último gran torneo de la primavera. Busco en mi interior la clave que me explica si es verdad que no deseo la victoria. Yo, que siempre quiero ganar cuando compito —no sé si a ti te pasa, imagino que sí—, me descubro diciéndome que no deseo la victoria, que no estoy en disposición de competir. No me creo a mí mismo y por eso me examino en busca de la trampa que me he debido colocar y es ahí cuando te veo caminar tenaz entre el verano, asegurando la victoria que te pertenece por decisión o por bautismo y pienso que el abandono a la plácida mecida del oleaje aquietado en las ventajas del sueño es un modo perverso de drogarse, quiero decir anularse o deshacerse de la inapropiada exigencia de lo cotidiano. Abandono a la derrota. Derrota total.

    Me siento echado en el abandono, como quien decide que todo éxito pertenece a otros. Es un estado que se multiplica, un producto de factores indefinidos, inconcretos y, como tal, se extiende tenaz— ¡fíjate qué pequeña paradoja!— en mi derrota. Hay una hiperidrosis incontestable, una agitación de glándulas sudoríparas que multiplican su acción en ese factor equis del que te hablo que seguramente no pueda ser la tenacidad y que, por mucho que me analizo, no termino de identificar. A ti no te pasa, claro, porque aireas el verano y lo paseas en la ropa ligera de este tiempo y defines tus victorias casi antes que tus partidos. Es ese modo de pisar el mundo que a mí no se me da y que me convierte a lo sumo en un chico majo que es lo más cercano a majadero que conozco, de manera que escribo “hiperidrosis” y “tenacidad” con una línea de distancia. Es un modo absurdo de intentar el vuelo de la victoria, si es que te dibujo una sonrisa en la mirada con estos malabares sin sustancia que te coloco en el oído. Es el factor desconcierto.

    Sí, es el factor desconcierto, como esas margaritas que han crecido en el andén de cercanías de la estación de San Feliz. ¿Ya has visto la que han liado allí Héctor Escobar y compañía? Allí sí que se mueve el aire del verano. Factor. Espacio San Feliz. Se mueve el aire del verano con la tenacidad de la victoria, porque nadie puede parar. Con un suave balanceo en el cercanías hasta San Feliz, no sé si a la hora en la que cierran los clubs, pero con un suave balanceo sin sonreír más de lo necesario.

    No me preguntes por qué esa canción. Para mí que es el modo de encender las alarmas del tiempo, el balanceo suave del que te hablaba al principio mirando al mar que no se ve desde mi ventana. Esta tarde habla José Enrique Martínez en Factor. Espacio San feliz y en el cartel han pintado una caracola, aunque señale al cielo el marco de sus palabras. Ya han estado Luis Mateo Díez, José María Merino, David Rubio y muchos más. Dicen que hay toros azules en la primavera del mar. Pura tenacidad y alegría. Un mar que desemboca en el Torío.

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