Buscar este blog

domingo, 28 de enero de 2024

Casus belli. (En Hoy por Hoy León, 26 de enero de 2024)

    Hoy déjame que me recoja más que otros días en pensamientos íntimos, en emociones señaladas por la fecha, una fecha que probablemente no te diga nada, pero que a mí me sitúa en uno de los momentos decisivos de mi vida. No hoy. Hoy lo mío ya no tiene remedio, sino en un día de hace un cuarto de siglo, cuando se acababa el veinte, un día determinante cuyo eco todavía hoy no he sabido integrar bien.

    Nos pasa eso; que en el momento en el que están sucediendo las cosas, el rodillo de los quehaceres no nos deja perspectiva y después ya todo tiene un pasar que es válido para nuestra propia conciencia; capaz de justificar cualquier cosa. No es que yo ese día de hace un cuarto de siglo pudiera haber hecho algo distinto de lo que hice. También es esa otra verdad, que la inercia de lo que pasa nos lleva tan de la mano que se nos olvida que somos nosotros quienes tomamos las decisiones que construyen nuestra vida. Lo otro, lo que nos viene dado, lo inamovible que viene de fuera, es tan “lo otro” que, aunque nos determine, no nos afecta al nivel de lo que yo te estoy proponiendo; la intimidad de tus sentimientos, la privacidad máxima de tus emociones, la determinación interna en la acción. Es una idea que no sé por qué me hace ahora tanto ruido en mis pensamientos: la transformación del mundo es íntima.

    Me vas a decir que me he vuelto excesivamente contemporizador, que eso que digo es un modo de justificar lo que hay e ir contra la posibilidad de construir un mundo más justo; sé que me lo vas a decir porque tengo la cualidad de leer el pensamiento y porque tengo el maravilloso don de la equivocación y la poderosa fuerza de la negación de toda causa sustentada en el dogma. Eso que nos podría haber hecho discutir. El motivo para hacer la guerra siempre tiene presencia en la realidad; la razón de todo tu enfado es tan poderosa como mi incapacidad para gestionarlo, como mi justificación de inocencia, como mi sentimiento íntimo de ser víctima y victimario en la misma emoción.

    Podemos encontrar casus belli en todo lo que respiramos y seguramente tendremos razón, como la tienes tú en el modo en el que me ignoras, la manera en la que, a estas alturas del comentario, ya estás pensando en las croquetas que vas a freír para comer, o quizá vayas a hacer un guiso o a desenterrar amargos rencores en el aperitivo o preparar dulces recuerdos para el postre. Ya tus pensamientos —sigo leyéndolos— se han desentendido absolutamente de mis palabras y vagan por un misterioso mar de imaginaciones; que no problemas. Ese vacío informe de tu imaginación es el territorio oportuno de la revolución, si no dejas que te venzan esas nubes negras que te rodean. Esa intimidad es la que va a cambiar el mundo. Y no sé por qué te digo todo esto, porque te prometo que yo te quería hablar de la prohibición de los móviles en la escuela; a lo mejor es porque, en lo más íntimo de mis pensamientos, sé que es una medida impracticable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario