Es un vídeo de esos que te llegan por internet. Tengo que
reconocer a mis amigos que no atiendo ni la mitad de los correos que me llegan,
que la mayoría los borro de la bandeja de entrada sin abrirlos siquiera. Pienso
que nadie puede tener el tiempo necesario para ver esa inmensidad de fotos,
presentaciones de diapositivas, chistes, cadenas humanitarias, peticiones de
firmas, vídeos y yo que sé cuántas cosas más. Es una especie de esclavitud que
se multiplica con Twitter, Facebook, Whatsapp y todos esos inventos fantásticos
con los que replicamos información, en ocasiones sin mucho criterio, es verdad,
pero asegurándonos de que ese efecto viral del que nos habla Francino por las
tardes alcanza a todos los rincones de la actualidad. Lo hemos visto en el tema
estrella de la actualidad local, el asunto Ponferrada, avivado por el eco de la
polémica moción de censura en las redes sociales. Lo hemos tenido a todas horas
en la chimenea más icónica de occidente, miles de ojos pendientes del color del
humo hasta las siete de la tarde del miércoles. Esa sobreinformación es el
signo de los tiempos.
Decía que es uno de estos vídeos que te llegan por internet. Un
vídeo que muestra los sistemas de producción de carne para el consumo humano en
fábricas chinas. Es sobrecogedor. Pollos, vacas, cerdos, tratados como material
de aserradero en plantas monstruosas de producción a gran escala para
empaquetar el alimento de la jauría humana. El vídeo termina con un primer
plano de una inmensa barriga. Animales hacinados, seres humanos como hormigas
llenando los carros del supermercado con las bandejas producidas en esas o
semejantes factorías. Carne. Carne sobre carne. Animales. Y los animales a
merced de la voluntad productora del animal humano.
En León tenemos una calle que se llama Facultad de Veterinaria.
Hay una sólida tradición universitaria para la formación de veterinarios en una
de las Facultades más prestigiosas de España y ahora resulta que cuando ha
llegado el momento de hacer ajustes en la ULE por el desfase presupuestario,
pasa la tijera por la Facultad de Veterinaria provocando el cierre del Hospital
Clínico Veterinario. La protesta de los estudiantes ha llegado a los medios de
comunicación tras la decisión de irrumpir el pasado martes en el Claustro y, la
verdad, todavía no me queda claro si finalmente la ULE ha decidido cerrar el
Hospital o no, porque dice el rector que lo que ha desaparecido “es el ente
gestor, la fundación, pero no los estudiantes, ni edificios, ni el personal, ni
la necesidad que existe de formación”. O sea, que el Hospital está ahí, pero
nos falta el ente. Pues a ver cómo se las arreglan los estudiantes de
veterinaria para hacer las prácticas de clínica sin el ente.
Tenemos la idea de que los veterinarios se ocupan de atender a
nuestras mascotas y se nos olvidan otras áreas de su actividad determinantes
para la salud pública y para la industria alimentaria, por no hablar de la
importancia de la ganadería. Por ahora la Granja Universitaria funciona.
Todavía los recortes no impiden que los futuros veterinarios puedan ver de
cerca un cerdo, al margen de lo que hay en la estantería de un supermercado
envuelto en plástico sobre una bandeja de porespán, puede que producido en
China.
No hay comentarios:
Publicar un comentario