Sé
que es algo que los cardiólogos hacen de forma rutinaria. Sé que no tiene
excesivo riesgo, que es una práctica tan habitual que llega uno por la mañana
al hospital y por la tarde está en su casa. Todo eso lo sé. Lo que pasa es que
me tienes que reconocer que suena muy arriesgado saber que te van a cambiar el
ritmo al que te late el corazón. Se llama cardioversión y es una de esas
maravillas técnicas de la medicina, un procedimiento sencillo para resolver
problemas de arritmia por el que, mediante un electrochoque, se interrumpe
brevemente toda la actividad eléctrica del corazón y luego se retoma el ritmo
cardíaco normal.
Si
no fuera por la cara de susto que tenía ayer mi amigo Ángel, quien a estas
horas estará recuperando un ritmo normal para sus latidos, utilizaría la
cardioversión como metáfora de lo que está pasando en el Partido Popular de
León. Diría que había un ritmo cardíaco anormal que marcaba todos los pasos del
partido desde una dirección controladora omnipresente que caminaba al ritmo
frenético de su Presidenta hasta el día fatídico de su asesinato, momento en el
que tuvo lugar, si me lo permites, un fuerte electrochoque, tan inesperado y
brutal que, lejos de producir el efecto de una cardioversión programada y
controlada, supuso una alteración extrema, una suerte de baile de San Vito que
aceleró los “tironeos” internos de unos y otros en la lucha por el control del
poder, huérfano de líderes carismáticos a la sombra del torbellino que acababa
de desaparecer. La fibrilación ventricular o la taquicardia, imagínate lo que
quieras, se aceleró.
Y
parece que en estos días, tan convulsos y excitantes en el terreno de la
información, en la cocina del partido se ha ido programando un proceso de
parada y recomposición, un intento por recuperar el latido rítmico del corazón
azul, sangrante y delicado. No se puede gobernar la Diputación desde la cárcel,
dicen. Las llaves del salón del Reino ya están en manos de quien siempre las
tuvo, solo que ahora el ritmo del partido lo controla su propio corazón. No sé
si esto hará que el Partido Popular de León quede definitivamente curado,
aunque tiene pinta de que, para ellos, por ahí puede ir la solución, con
independencia de cuántas calles se asfalten de aquí al día de las municipales.
Deberían
pensar, no obstante, los viejos nuevos dirigentes, que entre los barrotes de
siglas que nos manejan, sea al frente de las instituciones o desde la
oposición, se está colando una forma diferente de ver las cosas. Ya lo ha dicho
incluso el último barómetro del CIS y, cuando otro enfoque aborda los problemas,
una nueva solución se abre paso como las hebras de luz que atraviesan las
hayas. Y puede ocurrir, lo he leído en ese poema de mi amiga Paz, que rescaten
el corazón de morir ahogado en el desconcierto, mientras la calma despedaza los
sentidos. Sé que mezclo muchas cosas, quizá porque mi corazón late de cualquier
manera a la vista de tanto deterioro y es que, me lo podrían haber escrito en la servilleta de algún bar, no se
consiguen resultados diferentes si se siguen haciendo las mismas cosas, porque
en un arco iris caben todos los colores que tú quieras soñar y no hay
aprendizaje si no hay transformación. Así es que Ángel, arriba, que tienes un
viejo nuevo corazón que late acompasado, ahora que ya tienes superado tu
chispazo.
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