En la calculada vida del
político profesional no tiene sitio la extravagante idea de invertir en
pérdidas. Todo lo que se hace, se hace para ganar. La clave se encaja en la
cerradura del “qué” es eso en lo que consiste ganar y el “quien o quienes” son
aquellos que deben ganar. El espectáculo de los vaivenes dentro del PSOE,
pongamos por caso ese ir y venir que dice José Antonio Díez respecto al Secretario
Provincial de su partido, nos habla precisamente de esto, del modo en el que
todo el mundo en política invierte en la victoria final. En la política, si se
pierden dos piedras en un envite a pares, es con la idea de ganar el órdago a
juego. Por eso se están cruzando tantas declaraciones en el PSOE, en Ferraz, en
la calle, en los medios y en las redes sociales, aquí en León y en todas
partes, porque la partida que se está jugando se juega con la intención
exclusiva de ganar y ganar significa mantener una posición de poder.
Está bien. Vamos a pensar
sobre eso. Vamos a decir que mantener una posición de poder es ganar. Pero,
¿ganar qué? Para mí, nada que tenga valor. Me contaba mi amigo Vlado que, ya en
los años setenta, su padre, que era un serbio viviendo en Croacia, supo ver que
tenían que volver a Belgrado. Luego la guerra no empezó hasta el noventa y uno,
pero la pelea, el vaivén de los políticos por ganar a toda costa, había
empezado mucho antes que el final de Tito. Tierra de nadie. ¿Quién ganó aquella
guerra? ¿Quién gana cualquier guerra? Siempre vamos buscando el modo de
rentabilizar al máximo nuestra inversión y yo creo que eso es un error, que
debemos intentar esforzarnos en invertir en pérdidas, sacar lo mejor de
nosotros aunque no nos conduzca a ningún beneficio, es más, creo que debemos de
ser implacables en eso e invertir nuestro modo de ver las cosas, darle la
vuelta, comprender que ganar no es importante. ¿Qué modelo de sociedad
queremos, el modelo competitivo o el modelo colaborativo? Colaborar casi nunca
significa ganar. En cambio nos suena moralmente mejor que competir. ¿Por qué,
si lo que queremos es ganar, nos asusta moralmente lo que significa competir
frente a la idealización de la acción colaborativa? Porque casi nunca podemos
estar seguros de que vamos a ganar. Y eso es muy triste. Tan triste como que,
en realidad, muy pocos son capaces de invertir realmente en pérdidas.
Ayer sentí qué es perderlo
todo. Hubo un momento en el que pensé seriamente que eso me podría haber pasado
a mí, que podría haberme visto absolutamente vencido por todas las
circunstancias, quemado, derretido, desaparecido. Pero me metí las manos en los
bolsillos y me puse a hablar por teléfono y descubrí lo afortunado que soy, lo
rodeado que estoy de buenos amigos y me dije que esa buena sensación debía de
ser porque ayer era el día del corazón. Cuidar el corazón es usarlo. Piensa en
el modo en el que estás usando tu corazón, piensa si sale de él invertir en
pérdidas, piensa si el esfuerzo al que lo sometes para cada latido soportaría
una pérdida total sin desfallecimiento.
Yo quiero un corazón que
funcione en todos los latidos de la vida, quiero un corazón que bombee, un
corazón que sepa que no todo consiste en ganar y conseguir lo que yo quiero.
Quizá todo este maremágnum de opiniones y posicionamientos sea el modo en el
que los corazones socialistas se preparan para el latido final.
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