Toda la vida tapando el pollo con la
parte brillante del papel de aluminio para afuera y ahora resulta que eso es
malo. Seguro que te ha pasado. Seguro que en algún momento has dudado si el
pelo de la manta tiene que ir hacia dentro o hacia fuera. Hasta que te has
parado a pensar y has visto cómo tienen que ser las cosas. Lo malo del papel de
aluminio es que a primera vista no se te ocurre una razón para decidir qué lado
tiene que estar en contacto con los alimentos y qué lado debe quedar al aire.
Ya sabes que hay una parte más pulida, más brillante, esa que todos tendemos a
dejar cara afuera.
Déjame que
te diga que estamos cometiendo un error imperdonable. Precisamente hay un lado
del papel que está pulido y es brillante para formar una especie de barrera que
impida el contacto del aluminio con los alimentos, porque, al parecer, ese
contacto podría producir algún tipo de toxicidad, si bien supongo que mínima,
porque si fuese significativa yo ya estaría muerto. ¡Qué curioso! Nos lanzamos
al uso de lo cotidiano sin mirar ningún manual de instrucciones, sin hacer
ningún curso sobre el manejo de los peligros potenciales. Menos mal que están
los grupos de Whatsapp para instruirnos y ahora ya podemos andar con ojo y
poner la parte brillante del papel de aluminio contra el pollo para que haga su
función de barrera, por mucho que nuestro sentido estético nos impulse a dejar
mono el paquetito y hacer las cosas al revés. Envolveremos la tortilla como
debe ser a partir de este instante. Y me dirás: si tan malo es el aluminio para
los alimentos, ¿por qué nos han generado la necesidad de usarlo creando
montañas de residuos que además no deben de ser fácilmente reciclabes? ¿Por qué
no hacen papel de aluminio con barrera brillante en las dos caras?
Respuesta: es el mercado, amigo. ¿No
te habías enterado? Es demasiado caro dar brillo por todas partes. No interesa.
Coloca el papel del modo adecuado y no pidas explicaciones por los años que
llevas haciéndolo mal, que eso solo es problema tuyo. Por eso, porque el
mercado es como es, la comisión de las Cortes de Castilla y León para
esclarecer lo que ha pasado con las Cajas tendrá solo el brillo justo.
Comparecerán los máximos responsables para que con brillo máximo expliquen que
-¿quién lo podría dudar?- ellos no tenían nada que ver con lo que pasó. Se
evitará que tengan que dar explicaciones algunos de quienes estuvieron en los
Consejos de Administración y conocieron de primera mano cómo se tomaban las
decisiones. Ha sido un pacto de caballeros, un pacto entre PP y PSOE para que el
brillo del papel de los políticos en la gestión de las Cajas quede donde debe.
A mí, de todos modos, me parece que ese bocata ya
hace tiempo que está fuera del envoltorio. Entre la atrevida gestión de
políticos que poco sabían del mundo financiero y los intereses de la gran
banca, se vino abajo una idea que era como una espinilla en el sistema: bancos
con vocación social, cuyos dueños son los propios impositores y no los
accionistas. Una rara avis en este mercado voraz que necesita deglutir todo lo
que huela a pasta. Y el mercado, amigo, lo hizo por la vía más fácil, la vía de
envolver el bocata de chorizo con la parte brillante hacia afuera para
encandilar a cuatro advenedizos. Ya sabes, amigo, vigila tu modo de envolver la
tortilla: te puede envenenar.
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