La verdad es que no tengo claro que sea solo una
cuestión de comas. Creo que el significado va más allá de la forma y, al final,
lo que queremos decir es lo que decimos realmente y es lo que se entiende, con
independencia de cómo lo digamos, aunque te concederé siempre que la forma, que
las formas, son de extremada importancia. Lo que pasa es que la semántica es la
semántica y a mí me sigue pareciendo que lo que cuenta es lo que quieres decir,
lo que se entiende de lo que quieres decir.
La frase es esta: “pocos como tú consiguen todo lo
que se proponen”. Fíjate que es una frase que esconde un pequeño enigma, porque
podemos poner las comas como queramos, que siempre podremos buscar significados
diferentes. Podemos traducirla de este modo: “pocos consiguen lo que se
proponen, cosa que tú, felizmente, has hecho”; o con una pequeña variante de
esta misma traducción podríamos decir: “pocos consiguen lo que se proponen,
cosa que tú, desgraciadamente, has hecho”. Pero fíjate que también podríamos
traducirla así: “pocos, que sean como tú eres, consiguen lo que se proponen”; o
variaciones diversas sobre esta idea: “pocos tan vagos como tú consiguen todo
lo que se proponen” o “pocos tan buenos como tú consiguen todo lo que se
proponen”. Pocos, muy pocos son como eres tú y pocos, muy pocos, son capaces de
hacer lo que tú haces. ¡Qué cosas! Una misma frase puede ser un halago o un
insulto. Y da lo mismo la entonación o el modo en el que coloques las comas. Lo
que cuenta es la intención del que habla y el modo en el que siente el que
escucha. La creación de la realidad es por el lenguaje. Y el lenguaje es el
modo en el que juegan los hablantes.
Y aunque es
un juego muy fácil, te propongo jugar con un titular que leí ayer en la edición
digital de un periódico: Febrero, mes del
chorizo, en la Capitalidad Gastronómica de León. Para ser más exactos, febrero
va a ser, o mejor, está siendo, el mes del chorizo leonés. Y aquí también
tenemos polisemia. Lo que pasa es que la palabra “chorizo” significa cosas muy
diversas, como por ejemplo “ratero”, “ladronzuelo”, pero también sirve para
referirse al balancín, la barra que usan los equilibristas. Es como que te
agarras al chorizo y eso te permite mantenerte caminando en el alambre. Fíjate
qué lluvia de significados. Pero sabemos que, en este contexto, cuando hablamos
de chorizos, no hablamos de otra cosa que del chorizo que se come.
Lo dicho, febrero es el mes del chorizo, del que se
come. Y aquí en León hay mucho. Y como dice el presidente de la marca colectiva
Chorizo de León, está todo ahumado, porque si no lo está, lo está el pimentón:
este chorizo nuestro el humo lo lleva por dentro. Me da por pensar en esa
acepción de la palabra “chorizo” como balancín de equilibrista. ¿Será que todos
andamos en el alambre con la tranquilidad de poner los pies en lugar seguro
equilibrando los vaivenes de la realidad agarrados al chorizo de nuestro
lenguaje? Miedo da pensar que, en el XIX, eran chorizos también los componentes
de uno de los bandos en los que se dividían los aficionados al teatro en
Madrid. Los chorizos estaban enfrentados a los polacos. Va a ser verdad que
todo es teatro, juegos de lenguaje.
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