No sé si te das cuenta de todo lo que ha visto esta
ciudad. Veo la foto del busto de Trajano en la presentación de los actos del
“Natalicio del Águila” y pienso en el recorrido de la historia hasta este
miércoles de celebridades cocinando a la puerta de la catedral. Me decía a mí
mismo, me lo digo siempre, que, en la ruleta de la fortuna de la lotería
natural, hasta los más desafortunados de entre los desafortunados que
conocemos, con los que tratamos, con los que hacemos una vida normal, han
tenido suerte. Por eso creo que nosotros, que no somos desafortunados, hemos
tenido un premio inmenso solo por el mero hecho de nacer como hemos nacido. No
obstante…
Creo que se nos olvida cada día la diferencia y creo
que miramos con demasiada envidia hacia la fama. La igualdad en la diferencia
es un principio básico para la convivencia: es la comprensión de que todos
somos diferentes, pero que esa diferencia no es esencial, porque en lo esencial
todos somos iguales. Por eso, cuando miramos el busto de Trajano y nos ciega el
vértigo de la historia, tenemos que saber de la enorme suerte con la que la
lotería natural, y hasta la lotería social, nos han señalado. Lo digo no para
conformarme, no para que te quedes contento y tranquilo por cómo están las
cosas, no te confundas. Lo digo para saber comprender lo que me es dado. Lo
digo para mí mismo, para establecer en mi conciencia una exigencia de
reparación, una necesidad de compensar en los otros lo que se te da. Y yo
recibo mucho cada día. Con todas las importantísimas carencias que hay en mi
vida, comprendo que lo que se me da es tanto que no puedo quejarme nunca más
por ninguna mala situación, que lo que cabe es modificarla, luchar por que sea
de otro modo, pero sin queja alguna, con la idea clara de que la justicia es
obra de cada uno, depende de cada uno, viaja con cada uno en la historia de su
vida. Por eso no me admira la vanidad del éxito, por eso comprendo a quienes,
aunque se dejaron llevar por la publicidad y subieron a ver el espectáculo de
los famosos cocineros, al llegar a la Plaza de Regla se dieron cuenta de que
era mejor volverse a la vida del miércoles sin haber visto de cerca a ninguna
celebridad. Mejor verlo después en la tele. Al fin y al cabo de eso se trata,
de producir un programa para la televisión. Y de hacer publicidad, claro.
Ya sabes
mi opinión sobre eso. La publicidad es otro modo de información, otro modo de
reflexión, otro modo de comprensión del mundo. La clave, creo yo, está en no
dejarse engañar, en comprender que los mensajes de la publicidad son más
sinceros que ningún otro y dicen abiertamente que lo que debes hacer es
comprar, pero eso es solo lo que dicen, que está en ti darte la vuelta y
regresar a tus verdaderos deseos, a tu auténtica necesidad, a lo que te gusta
con sinceridad. No está más rica la cecina porque la corte alguien famoso o
porque lo diga un cocinero mediático, pero vivimos en un mundo tan extraño que
es muy importante que lo diga, porque no vamos a convencer a nadie de lo bien
que se pasa un fin de semana en León diciendo que aquí vivió Trajano y, será
triste, pero es así, muchos vendrán si en la tele las gentes famosas les hacen
pasar un buen rato y les hablan de platos deliciosos a la sombra de las torres
de la catedral.
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