La noticia es que la Guardia Civil
ha intervenido setenta y dos cohetes antigranizo en Quintana del Marco. Parece
que estos artefactos, que se utilizaban en los años noventa, son un peligro y
deben ser manipulados únicamente por personal cualificado. En realidad hay
tantas cosas que deberían ser manipuladas solo por personas expertas que da
miedo pensar todo lo que anda por ahí puesto en manos de cualquiera y también
te pone en alerta comprender que es imposible asegurar la infalibilidad del
modo en el que los expertos determinan que otros son lo bastante expertos como
para considerarse tales. Es un pequeño círculo vicioso porque para ser experto
hay que adquirir experiencia y el único modo de hacerlo es experimentando desde
la inexperiencia. Piensa en algo inocuo, algo distinto de reventar nubes con
cohetes antigranizo. Piensa, por ejemplo, en ver partidos del Mundial: puedes
hacerte experto sin hacer daño a nadie, pero no se te ocurre adquirir
experiencia en la conducción de trenes conduciendo trenes desde la
inexperiencia; necesitas un periodo de entrenamiento en condiciones de
simulación.
Lo malo es que, en las relaciones
personales o en determinadas ocupaciones, como podría ser seguramente la de
manipulador de explosivos, las condiciones de simulación o no son posibles o no
son exactamente intercambiables con situaciones reales. Sabemos cosas que
ocurren. Sabemos que cuando se produce el relámpago hay un calentamiento brusco
de las partículas que produce su dilatación y eso hace que choquen entre ellas
generando el trueno. Sabemos que el relámpago ilumina el cielo de forma
instantánea y sabemos contar los segundos entre uno y otro para determinar
aproximadamente la distancia que nos separa de la tormenta. Sabemos que el “reñuberu”
pasa corriendo por las nubes con su carro lleno de piedras. Sabemos que el
viento encama el cereal y que el exceso de agua inunda las hortalizas y las
echa a perder. Y no somos expertos en meteorología o en agricultura para decir
esto. Sencillamente opinamos en base a nuestra experiencia y hacemos como si
fuéramos manipuladores de explosivos. Decimos lo que se nos ocurre. Lo hacemos
también en las relaciones personales y nos atrevemos a diagnósticos expertos,
cuando en realidad solo estamos manipulando cuatro frases hechas y tres lugares
comunes. Lo hacemos aquí, cuando a veces opinamos sin todos los datos; lo
hacemos en el desempeño de nuestras tareas profesionales en algún momento de
desconcierto y en demasiadas ocasiones la política se sitúa en esa nube
tormentosa de la ocurrencia.
La pasión por el control de la naturaleza surge,
creo yo, del miedo. La práctica de reventar las nubes es un síntoma de esa
necesidad de control para salvar la cosecha. Piénsalo en relación a tus cosas:
necesitas saber que tienes el control, quieres la seguridad de que no te va a
destrozar el granizo, que no se te va a inundar el sótano, que no te va a
partir un rayo. Necesitas saber que todo está en orden, que tu mano es la mano
experta que secciona la célula exacta y no piensas que te puede suceder como al
neurocirujano, que está todos los días embebido en la tarea de abrir cabezas y
mirar dentro. También para el experto existe el cansancio de la rutina. También
el genio necesita vacaciones, no te digo ya este aprendiz de pensador.
¡Buen
verano y estupendas vacaciones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario