Ya te digo que hoy es en plan... ¡Puf!
Y las cosas cuando empiezan así, apoyadas en un “puf”, ya no van bien. Y si
encima llevan esa muletilla “en plan... muletilla”, ya no se mueve nada. No sé
si te has fijado que muchos jóvenes se apoyan en ese “es como en plan...” y con
eso piensan que ya lo han dicho todo, que ya los tienes que entender. Me gusta
la expresividad extra que necesitan para poder hacerte ver lo que les pasa, lo reconozco,
pero me preocupa esa incapacidad de lenguaje para acudir al soporte del
sobreentendido. Es en plan yo ya sé lo que quiero decir y tú ya sabes lo que
quiero decir, así es que... ¡Puf! ¡Qué pereza tener que decir nada! ¿Ves? No
hace falta construir una subordinada retorcida para expresar una cosa tan
sencilla como esta y tienes que reconocer que siempre ha existido esa economía
de lenguaje, que hemos pasado siglos diciendo “mola”, que no tiene sentido
complicarse buscando palabras que expresen lo que ya queda dicho en un “puf”.
“Si es que yo, cuando ya empiezo con
un “puf”, es que no voy a hacer nada”, me decía. Lo bueno es que le pasa con
todo, no solo con la Filosofía y eso me reconforta. ¡Puf! ¡Descartes! Es en
plan, ¿a quién puede interesarle esto? O, ¡puf! ¿Salir? ¿Con el viento que
hace? Mejor me quedo en casa en plan viendo alguna serie. Y ya tienes toda la
descripción de su situación anímica, sus intereses, su modo de relación social.
No es crítica, no te confundas. A mí me produce una cierta congoja, pero es
emocional, no es una crítica desde la razón, es solo un desconsuelo
inexpresable, un desasosiego imposible de concretar, algo que me hace bajar los
brazos en plan... ¡Puf! ¡Con esto no puedo!
Esta semana ha sido entera una
semana triste. Desde esa luna del domingo ha venido poniendo trabas, frenos.
Solo quien se dice lunático se ha desbocado en el triunfo del eclipse y ese
viento y esa lluvia, la distancia ya de la Navidad, la lejanía de la primavera,
los días todavía cortos, la cuesta de enero apoyándose en las primeras rampas
de la que será la cuesta de febrero. Una semana “puf” y más que “puf”, que
remata en el barrio con noticias tristes, porque hay una niña que cumplía años
hoy, que tenía preparados un montón de regalos en su fiesta de cumpleaños, que
no podrá abrirlos, porque, eso sí que me coloca a mí “en plan puf”, a veces la
muerte elige la semana más inoportuna, el día más insensato, el día antes del
cumpleaños. ¡Qué cerca está siempre la muerte de la vida! Mientras se afanan en
la búsqueda de Julen, mientras enero avanza implacable hacia su fin, todo se me
detiene en las ojeras de esa mirada de hace unos días, cuando me crucé con ella
y pensé algo solo para mí, uno de esos pensamientos que nunca se comparten,
pero que me dibujó en la memoria esas ojeras conocidas, esas ojeras anémicas
malditas, esas ojeras que tanto me acompañan. ¡Puf! ¿Quién puede seguir
hablando? ¿Quién quiere seguir diciendo nada? Es en plan...
El silencio de la casa, el silencio
conocido de la casa. ¡Puf! ¡Qué desgana FITUR y Almería y Torneros y el
Polígono y las infraestructuras y hasta la lluvia y las crecidas de los ríos es
desgana cuando se celebra un cumpleaños imposible! Ayer me preguntaron por qué
celebramos el día treinta el Día de la Paz, si es que es en plan... ¡Qué bien
que asesinaron a Gandhi! ¡Puf! ¡Qué mal me sabe todo esta mañana! ¡Qué pena!
¡Qué desgana!
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