Lo dijimos aquí por lo bajo cuando salió candidato.
Contamos lo de que decía poesías a cuchillo por la Facultad de Filología, que
se trata de un actor que trae en la manga literatura y dijimos que, en su
pasión por los teatros, tuvo unas palabras poderosas sobre el Emperador. No sé
si te acuerdas. Ahora que ha ganado el Óscar ese que llaman Goya, León se llena
de homenajes. No es para menos. Esta tarde en uno de los partidos más decisivos
de la temporada para el ADEMAR; ayer en el Ayuntamiento; en junio, en las
fiestas, cuando sea el Pregonero y los que vendrán por unos rincones y por
otros. Me gusta mucho tanta visibilidad. Porque me dicen que tiene guasa para reírse, me suelto el
chiste, que ya ves tú cuánta visibilidad para quien tan poco ve. Estoy hablando
de Jesús Vidal, ya lo sabes, aunque no lo haya dicho. Me presta de su discurso ese rotundo “no saben lo que han
hecho”. Me encanta esa exclamación liberadora. ¿A quién se le ocurre decir que
los “discapaces” son capaces? ¿A quién se le ocurre pensar que puede ser válido
ese que es “minusválido”? ¿Quién se atreve a decir que puede ser normal ese
que...? ¡Basta!
Ayer hablaba con universitarios de la igualdad y de la
diferencia. Porque todas las personas somos diferentes, decían, pero merecemos
igualdad de oportunidades. Y yo decía que no estoy de acuerdo con eso y no
sabían ver bien por qué. No lo llegué a explicar del todo, porque uno siempre
pretende que las ideas surjan en los otros sin que nadie las imponga, que es la
única manera de ser libre en el pensamiento. Me hubiera gustado que lo dijeran
por sí solos, pero no lo hicieron y eso me “manca”, me hace daño. Me disgusta
que no se atrevieran a decir que, al mismo tiempo que somos diferentes, somos
esencialmente iguales, que no es una cuestión de igualdad de oportunidades,
sino de igualdad real y efectiva. Seguimos viendo diferente al diferente,
seguimos rezumando diferencia. Hemos aprendido a no decir “personas
minusválidas”, porque sabemos que nadie es menos válido que nadie. Yo solo
quiero hablar de personas, en eso creo que consiste la igualdad. Me parece que
el lenguaje crea realidad y que es muy importante tener cuidado con lo que
decimos. Por eso me gustó tanto que Jesús revelara la contradicción interna que
supone que los señores de la Academia, al darle a él el premio, hayan venido a
decir que el discapacitado ha sido el más capaz. ¡Y además una revelación! ¡No
sabes cómo me presta! ¡Los de la Academia no saben bien lo que han hecho!
Me presta su hablar lento. Me presta pensar solo en cosas
que me prestan. Me da lo que no tengo, me lo presta, me trae la risa, la
belleza, la ilusión. Todo homenaje a Jesús Vidal es poco, pero me manca pensar
en la posibilidad de que se convierta en un objeto de uso fácil, un elemento
para la decoración del salón, un jarrón en su peana que se muestra en
exposiciones y ferias. Otra fatal venganza del destino. Yo quiero ver que
efectivamente Jesús tiene un sitio en el mundo del teatro, en el cine, en la
realidad de la vida más allá de un flechazo de la genialidad de Fesser, que ya
sabemos que viene de otro planeta desde que nos iluminó, por lo menos a mí, con
el Milagro de P. Tinto. Para mí que el verdadero Goya para Jesús es toda esta
gozada del “me manca” y el “me presta”, todo este ser leonés y disfrutarlo
tanto, que puede que haya hecho más por León su gesto el día de la entrega del
Goya que toda la campaña de León Capital Gastronómica, aunque quizá eso sea
exagerar las cosas.
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