Me imagino a este Héctor millennial con la armadura de Aquiles
abandonada en una silla cualquiera en cualquier rincón del laboratorio. Es un
Héctor de la paz que, aunque es sabedor de que todavía no ha llegado su hora y puede
retar a todos y arrasar con cuánto griego haya, no se abalanza sobre ellos. No
se enfrentará a ese Áyax poderoso, con quien entablaría tan singular combate,
que terminaría en el reconocimiento del valor del contrincante y un intercambio
de espada contra cinturón. Siempre hay alguien que puede más que tú. Conviene
no olvidarse nunca de eso. Este Héctor del que ahora te hablo ya te digo que,
si fuese el caso y matase a Patroclo, consiguiendo así la armadura del
legendario Aquiles, lo dejaría todo colocadito en una esquina del laboratorio
para volver a dedicarse a sus bacterias. “A las bacterias también hay que
atenderlas en fin de semana, porque si no, se mueren”, dijo.
Y así dejó bien claro que su interés
máximo es esa investigación en la que participa en la Facultad de Veterinaria
de la ULE, que los gatos y los perros están bien, pero que en nuestro mundo hay
cosas más importantes, como, por ejemplo, las bacterias y que las bacterias no
entienden de fines de semana, ni de partidos del siglo, ni de nada que no sea
su mundo de bacteria. Pero el investigador tiene que cuidar de que no se le
muera la bacteria para poder establecer sus conclusiones. Esa es la consigna:
que no se te muera la bacteria y, si se muere, que no sea por tu negligencia, y
que sirva para algo.
Supongo que no hay sentimientos de bacteria,
que esa sofisticación por la defensa de la vida no alcanza a conceder
conciencia, aunque sea una conciencia procariota, a seres tan simples. Pero
eso, que lo ve cualquiera, es un elemento de discordia en momentos tan críticos
como el nuestro, momentos de espacio para toda discusión, en los que hasta lo
más evidente puede ser negado con tal de decir que ha sido un tuit a destiempo o una salida de tono.
Lo duro es que el fake ya está hecho
y en el momento que lo retuiteen
cuatro o cinco, esa mentira que te has inventado sobre la bacteria, ya está en
marcha, con todo el mundo asintiendo ante tan poderosa verdad y la bacteria se hunde
un poco más en su mundo en descomposición con cero expectativas de éxito, a no
ser que se encuentre algún inglés que la reanime y la rearme, que a los
ingleses les gusta mucho esto de conseguir que cada individuo viva en su
perfecta autonomía, circule por el lado contrario y se salga con la suya de
cualquier manera.
Esta imagen de las bacterias en el laboratorio me
recuerda que estamos en fechas de elaboración de listas para las elecciones. Unos
se alistan porque pueden, otros vuelven del olvido y se presentan, los hay que
querrían salir en alguna lista, pero no donde les ofrecen y también alguna
historia dolorosa, de esas que echan fuera millones de bacterias embarcadas en
sus lágrimas y que dejan ver lo que hay en cada casa. La verdad es que los
comprendo: si haces primarias, te la juegas a que gane ese con quien no
contabas; si las haces, pero de aquella manera, los que están en el partido te
montan un escándalo, porque quieres presentar a quien hace una semana y un día
todavía era una bacteria del contrario. Si no las haces, parece que no hay
democracia en tu listado. Difícil papeleta bacteriológica. Hay partidos que han
resuelto a machetazos: me encantaría poder contar la historia del virus y la
bacteria de ese desaguisado.
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