Creo en la política. Nada puede ser
ajeno a ella, porque hacemos la vida en la “polis” y esa sencilla sentencia es
una verdad incuestionable, es una de esas verdades que son verdad se pronuncien
una, cien, mil o un millón de veces. Hay otras que necesitan ser pronunciadas
miles de veces para empezar a sonar a verdad, porque llevan en su génesis un
viso de opinión, una cierta cosmética. Me parece que se atribuye a Göbbels
aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Es
usucapión, principio que otorga la propiedad de un bien a quien lo usa durante
un tiempo determinado. Creo que muchos se instalan en la verdad por usucapión.
Me gusta el nombre.
Uno de los requisitos en la
usucapión ordinaria es la existencia de buena fe. No sé si sería capaz de
conceder buena fe a Göbbels, me cuesta imaginarme en el corazón de una persona
como él. Estoy volviendo a destripar la película de Chaplin El gran dictador y cada vez me fascina
más cada detalle, cada pequeño guiño. Es como un mosaico de genialidades. Desde
el parecido de Garbitsh y Herring a Göring y Göbbels, hasta los pequeños
letreros escondidos en las tiendas del gueto escritos en esperanto. Es política
pura desde que empieza hasta que termina, por mucho que haya quienes solo se
quedan en la parte más Charlot. Las elecciones del domingo son decisivas en
muchos sentidos. Por eso habrá una gran movilización, según dicen los expertos.
Parece que los problemas para votar por correo se deben a que hay muchos
pueblos que celebran su romería en el último domingo de abril y al hecho de que
haya habido días de fiesta en el periodo habilitado para ello, pero no son un
indicativo de una alta participación. En cualquier caso, esa convicción de que
algo importante está en juego está entre la ciudadanía. Se ha dicho mucho.
En cambio, aunque creo en la
política, como me cuesta entender las cosas de la masa, me pierdo en el
espectáculo, y eso que estoy atento y sigo los debates y escucho la radio y leo
las noticias, de manera que me confundo cuando escucho decir que nunca esto o
que nunca lo otro o que nunca sin ti o que nunca contigo, porque veo el chorreo
de la sangre metafórica del engaño en las manos de quienes prometen tanta
verdad. Y, no obstante, creo que debes ir el domingo a votar. Me parece
importante que lo hagas sacando la papeleta desde tus convicciones y utilizando
todas tus razones para convencerte, como me parece importante que nunca votes
como quien aplaude el gol de su equipo. Quiero decir que no es verdad que uno
nazca del PSOE como quien nace del Atlético de Madrid, o que se es del PP, como
quien es de Morante de la Puebla. Las cosas no funcionan así. La política tiene
que estar a salvo de fans, piensa lo cerca que están los fans de los fanáticos.
Y llevo ya un rato hablándote y no
te he dicho lo mucho que me gustó la foto del debate de los candidatos en Radio
León. Es verdad que Javier, que también sonríe satisfecho, mira a otra cámara,
pero Carmen, Justo y Ana nos están mirando muy directos con su sonrisa de
postín. Voy a creer en su buena fe, voy a concederles la verdad por usucapión, voy
a creer que el domingo habrá un candilazo de sol entre tanta nube. Un candilazo
como el discurso final de la película de Charlot: cinco minutos de belleza
dedicada a la esperanza.
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