Me
da por pensar que, en esta situación tan exagerada que nos está tocando vivir,
andamos todos imaginando cómo van a ser las cosas cuando todo esto pase y
fíjate que me parece que eso es una gran equivocación.
Creo
que el error consiste en colocar nuestra intención en lo que está por venir,
siendo que esos futuros posibles que imaginamos pueden darse o no. Casi que te
diría que no van a darse, porque nada que puedas imaginar ahora como futuro
posible va a ser realidad en ningún momento. No vas a ser capaz de imaginar todos
los matices, de prever toda la profundidad de lo que está por venir. No porque
vaya a ser especial en algún sentido, que yo de eso no tengo ni idea, sino
porque es imposible abarcar la realidad en la imaginación. La imaginación
siempre nos sitúa solo en algún aspecto y por mucho que nos esforcemos en
encontrar los detalles de lo imaginado, se nos desdibujan, por su propia
condición de fantasía.
Cuando
todo esto termine, no habrá terminado, porque no terminan estos procesos, sino
que se vuelan en el tiempo y se desvanecen en otros complejos procesos que les
suceden, conformando esa cosa tan dialéctica que es la historia. Así es que a
mí no me gusta hablar de cuando esto termine, aunque tenga mis fantasías de
playas, fiestas, corderos y limonadas, sino que prefiero entender lo que sucede
y concentrarme en lo que tengo en este momento al alcance de mi mano. Esa es la
principal ocupación: atender lo que tenemos a la mano. Atender nuestra propia
salud, las tareas de los niños, las necesidades de esas personas con las que
convivimos y a las que cuidamos, el orden de la casa, la frescura mental y
física en el confinamiento. Eso es lo que nos toca vivir hoy y es mucho mejor
que cualquier cosa maravillosa que pueda suceder cuando todo esto pase, porque
lo que hay ahora es esto y no lo otro, que solo está en la fantasía y es
estupendo en la medida que sea algo que vivimos ahora: forma parte de “mi ahora”
disfrutar imaginando las cosas que podrían suceder cuando todo esto haya
pasado. Pero fíjate en la diferencia: la clave está en disfrutar ahora de la
fantasía, no en posponer el disfrute al momento en que todo esto haya pasado.
Es
verdad que hay quienes no soportan ponerse frente a uno mismo con un libro
entre las manos. Hay quienes no soportan la presencia en el ahora y necesitan
la fantasía de lo que vendrá. Yo creo que siempre hay un roto para un descosido
y que en esta situación de extrema emergencia sanitaria, económica y social
todos estamos encerrados en la misma cáscara más o menos y, hasta que se rompa,
me parece más poético extender la experiencia del interior que andar dando
golpes al cascarón para ver el mundo nuevo. Creo que los procesos tienen su
tiempo y que el tiempo de ahora es de interiorización y reflexión. Lo de
después, ya se verá.
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