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viernes, 3 de junio de 2022

Con arreglo a mágicas señales. (En Hoy por Hoy León, 3 de junio de 2022)

    He empezado la semana con la estampa de un corzo que se cruzaba en mi camino a primera hora de la mañana cuando caminaba cerca del río en las afueras de la ciudad. Empezar un día con esa imagen es quizá una llamada de atención. Que además ese día sea un lunes podría ser una señal de algo, si es que nos parece que lo que ocurre puede ser un indicio de lo que ocurrirá o una indicación del camino que debemos adoptar en nuestras decisiones.

    Esta idea, la de que en lo que ocurre hay señales que indican lo que se debe hacer, me parece perturbadora por dos razones. La primera, la dificultad para decidir qué ocurre como señal y qué ocurre sencillamente porque sí, sin ser indicio de nada. Pienso en señales obvias de lo porvenir: hay nubarrones oscuros, señal de que puede haber tormenta. La experiencia nos enseña que hay acontecimientos que vienen ligados a otros acontecimientos. Desentrañar el carácter de esa ligazón puede que sea eso que llamamos ciencia, aun cuando muchas de sus predicciones se desmoronen con su propio avance. La ciencia es un Saturno devorador de hijos, desmintiendo en su avance las verdades tenidas por tales hasta que llegan las nuevas. Señales como indicios. Señales como pruebas. Señales taumatúrgicas, como prodigios que indican el camino correcto. ¿Qué son señales y qué acontecimientos sin ninguna conexión con el porvenir? ¿Acaso ocurre algo que pueda estar desligado de lo por venir? Como ves, un jaleo.

    La segunda es la cuestión del camino mismo. Ya sé que te tengo harto con este asunto de lo que es correcto y lo que no. Pero, es que, cuando hablamos de lo que es bueno para nosotros, ¿sabemos realmente de lo que estamos hablando? A mí cada vez me inquieta más. Lo que es bueno para mí, lo que me conviene, lo correcto. La cosa se complica si pienso en lo que es bueno para nosotros, lo que nos conviene. Y no te digo ya nada si pienso en lo que es bueno en general. ¿Qué camino elijo? ¿Qué camino nos conviene? ¿Qué camino es el correcto? Todo el mundo tiene una idea de eso, es inevitable. Un cierto sentimiento que acompaña a las acciones. Yo lo veía el lunes, paseando a primera hora de la mañana junto al río, al ver saltar a ese corzo que parecía decirme que ese era el camino brillante que debía seguir. 

    Ocurrió, sin embargo, que unos metros más adelante el camino estaba inundado y no lo vi, de manera que metí el pie en el agua y me puse perdido —ese convencimiento de que hay agua de sobra como para regar a manta, como para inundar caminos y prados más allá de lo que hace falta porque así es como se ha regado toda la vida; yo no tengo ni idea del tema: habría que preguntar a todos estos congresistas que están regados por la ciudad con sus acreditaciones del Congreso Nacional de Comunidades de Regantes—. A mí, que vengo de tierra seca, me cuesta ver tanta agua desparramada. Y dudé si sería ese mi buen camino, a pesar de la belleza del corzo saltando en la mañana.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Cuantas sorpresas en el camino ....y cuanta elocuencia en tu columna

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