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viernes, 16 de septiembre de 2022

En el vértice de la tormenta. (En Hoy por Hoy León, 16 de septiembre de 2022)

        Hay un punto en el que confluyen todas las fuerzas, un punto fatídico que pudieras ser tú, un punto que se convirtiera tal vez en el vértice de la tormenta. Hay días en los que te sientes así, tironeado desde todos los ángulos. Son esos días en los que todo sale mal o con impedimentos, días en los que se abren grietas en las paredes más sólidas y, a la vez que notas cómo la tormenta te arrastra hacia su interior despiadado, todo el mundo exige de ti cosas que no les puedes conseguir. Puede ser un quince de septiembre o un dieciséis, un catorce de junio, un quince de noviembre, un diecisiete o un dieciocho de enero, eso da igual. Hay muchos días así y, cuando te ves en ese punto, la tentación es la del abandono, la de dejarse llevar: bajar los brazos y arrastrarse hacia abajo como en la espiral del sumidero. Solo que no es ese nuestro estilo, porque sabemos empaparnos con la lluvia, porque estamos acostumbrados a bailar todas las danzas y sabemos desmoronar una cena de pie en la cocina. No puede tocarnos tanta agua, no puede deshacernos como si fuéramos un castillo construido en la arena cuando sube la marea. Somos roca. Lo decía Marías cuando hablaba en sus últimas novelas de esa ciudad del noroeste a la que puso por nombre Ruán, gente tirando a austera y a grave. Lo decía de Ruán, es cierto, pero es que Ruán y León tienen cuatro letras y una sonoridad que se parece. Y lo firme solo se desmorona en la tragedia. ¡Gol en Elche!, gritó una voz en la radio mientras Dani Garrido se defendía como podía improvisando un obituario del escritor recién fallecido. ¡Gol en Elche! En el momento más severo de la tragedia, la fuerza de lo inmediato, un gol en Elche. En el vértice de la tormenta, cuando todo te aprieta y te desajusta y te desasosiega, hay un gol en Elche que te desplaza hacia afuera.

 Aunque la tormenta siempre es perfecta y siempre desborda, lo que debes entender es que nunca nadie está en el vértice, que nunca lo que sucede está en contra de nadie, sino que ocurre de manera que cada uno de nosotros podría elegir ser el vértice de alguna tormenta. ¿Ves el caso del San Claudio? Agua por las escaleras, agua en los pasillos, agua en la cocina. ¿Y quién está en el vértice de la tormenta? ¿El Ayuntamiento? ¿La Junta? ¿De quién son propias las competencias? Estamos otra vez con el tema de los límites, lo que es estructural y lo que es mantenimiento, algo que seguro que está más que definido, pero que luego el día a día descoloca.

    Tendrán razón. Tendrán razón todos, quienes protestan, quienes se defienden, quienes acusan, quienes sufren, quienes alarman. Todos tendrán razón, pero en el vértice de la tormenta no queda nada, porque la tormenta se mueve y el agua se seca y se recoge y las grietas se reparan y los días se desprenden del almanaque con parsimonia diaria. Gol en Elche. Ha muerto Javier Marías y creo que la Reina de Inglaterra y leoneses ilustres y muchos otros en accidentes en los últimos días. Tormentas perfectas, vértices. Gol en Elche. La vida parece ser que continúa.

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