Buscar este blog

viernes, 6 de octubre de 2023

In memoriam. (En Hoy por Hoy León, 6 de octubre de 2023)

Fue ayer y tuvo que ser a las cinco de la tarde, no sé si a las cinco en punto de la tarde, porque yo no estuve allí para atestiguarlo, pero seguro que tuvo el sonido de las cinco en punto de la tarde. El sonido innegociable de la tragedia en el silencio de los luchadores de todas las categorías recordando al compañero que ya no va a volver a los corros. Ayer en la radio, en esta radio, igual pudiste oírlo, lo explicó muy bien el presidente de la Federación de Lucha Leonesa. Dijo que habría un homenaje especial a Jorge Iglesias, que habría un minuto de silencio y que habría más actos, pero que seguro que lo más importante sería lo que cada uno de los que participara en el corro de San Froilán pudiera sentir y compartir con los demás en su recuerdo. 

Es difícil escribir in memoriam cuando hablamos de una persona de veinte años, un campeón que se va de la lucha con su victoria, con el campeonato que ya tenía conseguido a falta de estos dos últimos corros, el de San Froilán de ayer y el que queda para el Pilar el día doce en Boñar.

No quiero imaginarme el sol de las cinco de la tarde de ayer en la plaza de la catedral. No quiero ver las calles vestidas de fiesta en el día de San Froilán a esa hora de la tarde. No quiero escuchar el rumor del Húmedo subiendo desde la Plaza Mayor o los ecos de la Plaza de Torres de Omaña alterando la calma de la tarde del verano extendido de San Miguel. Me niego a dejarme rozar por nada que no sea el dolor de estas cinco en punto de la tarde en las que la ropa de un luchador que ya no lucha, el campeón de la liga de verano de su categoría, yacen —no puedo emplear otro verbo— sin vida en el homenaje del penúltimo corro de la liga. Solo tengo ojos, desde mi ausencia, desde la distancia, para el padre y la madre, para la hermana, cuya presencia en el acto demuestra el coraje enorme de quienes saben que el amor no es exclusivo, que el amor es de todos y el dolor y la pena deben compartirse con la misma fuerza con que ese amor los impulsa. Allí estuvieron las ropas con las que luchó en su último corro, como el día siguiente al de su pérdida, por encima de la colosal galería de ramos, flores y coronas, lucía su cinturón de luchador, en una presencia que tal vez lo definiera en todos los aspectos de la vida.

Tengo que confesarte que escribo sobre Jorge porque su madre es mi compañera, aunque sé que hubiera escrito lo mismo en cualquier caso, pero el hecho de que hubiera estado hablando con ella solo minutos antes de que la vida le cambiara de esta forma, me sobrecoge, me resitúa en muchas de las circunstancias de mi vida y me empuja a sentir un aprecio infinito por ella, a compartir su dolor, a entender su soledad, a esperarla en la soledad del despacho sabiendo que esa soledad —porque ya lo he visto antes— es ya lo único que nos acompañará por mucho que con el tiempo vuelvan las risas y las fiestas y el sol de octubre en una tarde perfecta para un corro solemne de lucha leonesa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario